Anuncio de IA de Google: ¿Encuentra el amor rindiendo tu mente a la IA, dicen críticos?
La última campaña publicitaria de Google, “Solo Pregunta a Google” (Just Ask Google), busca posicionar sus capacidades de inteligencia artificial como un compañero que cambia la vida. Sin embargo, un spot televisivo en particular ha llamado la atención por su extraña premisa, sugiriendo que delegar decisiones de vida personal a la IA de una empresa multimillonaria puede llevar incluso al individuo más desorientado al amor verdadero. Esta narrativa, que ha generado el término peyorativo “sumisos” para aquellos que abrazan plenamente tal dependencia de la IA, resalta un desafío persistente para los gigantes tecnológicos: comercializar eficazmente la IA a una audiencia general.
El anuncio presenta a Ted, un hombre común nacido en 1998, el mismo año en que Google lanzó su motor de búsqueda. El anuncio intenta evocar nostalgia al trazar la vida de Ted a través de su historial de búsqueda de Google, desde consultas infantiles sobre videos musicales de James Blunt hasta su estado actual como un solitario joven de 26 años que navega por las complejidades de la vida moderna, incluido el desalentador panorama de las aplicaciones de citas. Buscando “algo genial” para hacer una noche que aún le permita llegar a casa a una “hora razonable”, Ted recurre al “Modo IA” de Google. La IA le recomienda asistir a una gira de aniversario de James Blunt. Milagrosamente, en el concierto, Ted encuentra a la mujer que se convertirá en el amor de su vida. El narrador concluye: “Así es como Ted encontró algo que ni siquiera sabía que estaba buscando… la vida está llena de preguntas. Por suerte, solo tienes que preguntar a Google.”
Más allá de la premisa cuestionable, el anuncio flaquea rápidamente en la ejecución básica. Durante la escena crucial del concierto, el himno de power pop “She’s So High” de Tal Bachman suena inexplicablemente, en lugar de una canción de James Blunt. Este error fáctico no pasó desapercibido para los espectadores, quienes rápidamente señalaron la discrepancia, sugiriendo irónicamente que el propio motor de búsqueda de Google podría haber verificado la elección de la música. Este desliz subraya un problema más profundo: la lucha continua de las empresas de IA para articular el valor práctico de sus herramientas. Si bien la IA puede ayudar con tareas como redactar correos electrónicos o realizar investigaciones básicas, los especialistas en marketing a menudo evitan reconocer cómo los usuarios realmente interactúan con estas tecnologías, ya sea buscando compañía en chatbots de IA, a menudo con resultados preocupantes, o usándolos para atajos académicos. El mensaje subyacente del anuncio, de que un usuario necesita la IA para orquestar su vida y encontrar la felicidad, puede percibirse como condescendiente, retratando a la audiencia como “pardillos” incapaces que requieren intervención digital para experimentar eventos significativos.
La promoción del “Modo IA” del anuncio como una guía de vida superior es particularmente irónica dadas las limitaciones inherentes de los grandes modelos de lenguaje. En lugar de una mejora revolucionaria, la IA de Google parece funcionar como una versión inferior de su motor de búsqueda tradicional, siendo altamente susceptible a las “alucinaciones”, la generación de información falsa o sin sentido. Este no es un incidente aislado para Google. Un reciente anuncio del Super Bowl para su modelo Gemini AI produjo la famosa estadística errónea de que el queso Gouda representaba el 60 por ciento del consumo mundial de queso, una afirmación que Google tuvo que corregir retroactivamente. Además, se ha descubierto que Gemini genera texto plagiado. Si tales errores fundamentales pueden pasar desapercibidos en campañas de marketing muy pulidas y costosas diseñadas para mostrar las mejores capacidades de la IA, surgen serias preguntas sobre la fiabilidad de los “millones de búsquedas” procesadas diariamente por estos sistemas.
Quizás lo más inquietante es la implicación sutil pero omnipresente del anuncio con respecto a la privacidad de los datos y la autonomía. La narrativa sugiere que Google, al haber registrado la vida de Ted desde la infancia a través de sus consultas de búsqueda, posee un conocimiento íntimo de sus preferencias, lo que permite a la IA recomendar un camino que lo lleva a su “amor verdadero”. Esta representación insinúa un futuro en el que la IA no solo comprende sino que orquesta activamente los destinos personales, difuminando las líneas entre la sugerencia útil y el control manipulador. El mensaje subyacente parece ser que al ceder la toma de decisiones a la IA de Google, los usuarios pueden desbloquear una vida ideal predeterminada, presentando a Google como un benevolente y omnisciente titiritero.
En última instancia, la campaña “Solo Pregunta a Google” de Google, ejemplificada por la historia de Ted, sirve como un crudo recordatorio de la lucha continua de la industria tecnológica para conectar genuinamente la IA con la experiencia humana. En lugar de iluminar el verdadero potencial de la tecnología, el anuncio resalta inadvertidamente sus fallas, sus errores de marketing y las inquietantes implicaciones de un futuro en el que la IA, en lugar de empoderar a los usuarios, busca dictar sus vidas.