China busca flexibilizar controles de chips de EE. UU. por acuerdo comercial; alertan ventaja en IA
El panorama tecnológico global sigue siendo un campo de batalla de intereses estratégicos, mientras China presiona a Estados Unidos para que flexibilice sus estrictos controles de exportación sobre chips críticos de inteligencia artificial (IA). Esta demanda forma un componente fundamental de las negociaciones comerciales en curso, lo que podría allanar el camino para una cumbre de alto nivel entre el presidente de EE. UU., Donald Trump, y el presidente chino, Xi Jinping. Sin embargo, expertos de ambos lados del Pacífico están haciendo sonar las alarmas, advirtiendo que cualquier relajación significativa de estas restricciones podría otorgar a Beijing una ventaja competitiva decisiva en el campo de la IA, en rápida evolución, con profundas implicaciones para la seguridad nacional.
En un desarrollo notable que refleja la intrincada danza de la diplomacia y el comercio, el Departamento de Comercio de EE. UU. comenzó recientemente a emitir licencias para que Nvidia exporte sus chips H20 a China, revirtiendo una prohibición anterior. Este cambio se produjo después de apelaciones directas y reuniones entre el CEO de Nvidia, Jensen Huang, y el presidente Trump, lo que subraya los poderosos esfuerzos de cabildeo de las principales empresas tecnológicas que enfrentan pérdidas sustanciales de ingresos en el mercado chino. El chip H20, diseñado específicamente para cumplir con las reglas de exportación anteriores de la era Biden, es una variante menos potente en comparación con los modelos de gama alta de Nvidia, H100 y H200, que permanecen bajo estricto embargo. Este movimiento se interpreta como un enfoque matizado por parte de Washington para equilibrar los imperativos económicos con las preocupaciones de seguridad nacional, permitiendo cierto flujo comercial mientras intenta cortar el acceso de China a las tecnologías más avanzadas. De manera similar, EE. UU. también ha levantado los requisitos de licencia de exportación para la venta de software de diseño de chips (EDA) a China, una concesión vinculada al compromiso de Beijing de acelerar las aprobaciones de exportación de tierras raras.
A pesar de estas flexibilizaciones selectivas, la administración Trump ha afirmado su intención de mantener controles estrictos sobre los semiconductores de “más alta gama” y el sofisticado equipo de fabricación esencial para su producción. Funcionarios de alto nivel de la Casa Blanca enfatizan que la tecnología de chips más avanzada, particularmente la que involucra máquinas de litografía avanzadas, seguirá estando controlada para evitar su flujo hacia China. Esta postura se refuerza con una estrategia estadounidense más amplia que ha visto al presidente Trump anunciar planes para un arancel general del 100% sobre los chips de computadora extranjeros, con exenciones principalmente para las empresas que establezcan instalaciones de producción dentro de Estados Unidos, con el objetivo de impulsar la fabricación nacional.
Los analistas de seguridad, sin embargo, siguen siendo profundamente escépticos ante cualquier concesión. Un colectivo de 20 expertos, incluidos exfuncionarios de seguridad nacional de alto rango, instó explícitamente al Departamento de Comercio a bloquear las ventas de H20, calificándolas de “error estratégico que pone en peligro la ventaja económica y militar de Estados Unidos en inteligencia artificial”. Destacan las preocupaciones actuales de que los semiconductores fabricados en EE. UU. aún llegan a equipos militares rusos y que China es experta en eludir los controles existentes para acelerar su investigación y desarrollo de IA para aplicaciones militares. Los llamados a una “Ley de Seguridad de Chips” en el Congreso están ganando terreno, proponiendo mecanismos de seguimiento obligatorios sobre las exportaciones de chips avanzados para evitar desviaciones.
Por su parte, China ha condenado enérgicamente los controles de exportación de EE. UU. como “intimidación unilateral y proteccionismo”, afirmando que tales medidas socavan la estabilidad de las cadenas de suministro globales de semiconductores. La reciente investigación de Beijing sobre las GPU H20 de Nvidia, tras el levantamiento de su prohibición de exportación, se considera ampliamente una señal de represalia contra los requisitos de seguimiento propuestos por EE. UU. Gigantes tecnológicos chinos, incluida Huawei, están avanzando rápidamente en sus ofertas de chips nacionales, y la propia Nvidia reconoce que las restricciones estadounidenses están acelerando inadvertidamente la innovación independiente de China e impulsando a los competidores locales. Frente al proteccionismo estadounidense, China está diversificando activamente sus asociaciones comerciales, profundizando los lazos económicos con regiones como la ASEAN y África, y centrándose en sectores de alta tecnología como la IA y la cooperación en energía verde. A nivel nacional, ciudades como Shanghái están incentivando la investigación y el desarrollo tecnológico a través de subsidios sustanciales.
La intrincada interacción del comercio, la tecnología y la seguridad nacional sigue definiendo la relación entre EE. UU. y China. Si bien ambas naciones buscan reducir las tensiones mediante pausas arancelarias y acuerdos limitados, persiste el desacuerdo central sobre la tecnología avanzada de chips y sus implicaciones para el dominio de la IA, lo que da forma a los contornos del comercio global y la competencia geopolítica.