La IA y el Periodismo: Una Crisis de Verdad Verificada

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Los sistemas de inteligencia artificial se están integrando rápidamente en nuestra vida diaria, a menudo consumiendo grandes cantidades de contenido periodístico con propósitos notablemente similares a los esfuerzos humanos: desarrollar una comprensión matizada del mundo, refinar el pensamiento crítico, discernir la verdad de la falsedad, mejorar las habilidades de comunicación y contextualizar la historia. Sin embargo, una pregunta fundamental se cierne: ¿qué le sucede a la IA cuando las mismas instituciones periodísticas de las que depende comienzan a desmoronarse? ¿Sobre qué base de verdad verificada responderán estos sistemas nuestras preguntas, redactarán nuestras comunicaciones o incluso realizarán tareas complejas? Si bien la disminución del periodismo tradicional ha sido una preocupación durante décadas, la llegada de la IA generativa, junto con el potencial “fin de la búsqueda” tal como la conocemos, ahora se siente como una profunda amenaza existencial. Este cambio plantea implicaciones críticas no solo para las capacidades de la IA, sino también para la capacidad de la humanidad de navegar por un mundo cada vez más complejo.

En nuestra prisa por integrar la IA generativa en cada faceta de la sociedad, corremos el riesgo de pasar por alto una dependencia crucial: la IA no puede funcionar eficazmente sin una base fiable de hechos verificados. Actualmente, esta base esencial es construida y mantenida meticulosamente por lo que a menudo se denomina periodismo “tradicional”, una industria caracterizada por una rigurosa verificación de hechos y supervisión editorial. Paradójicamente, aunque la IA promete revolucionar la búsqueda, la monetización de los medios y los hábitos de consumo de noticias, simultáneamente está erosionando la misma industria que proporciona la base fáctica de la que depende. Así como una sociedad democrática no puede prosperar sin un periodismo objetivo, tampoco pueden hacerlo los sistemas avanzados de IA.

La evidencia de la fragilidad inherente de la IA cuando se enfrenta a los matices de la verdad se está acumulando. Investigaciones recientes de Apple, por ejemplo, indican que la IA generativa puede sucumbir fácilmente a un “colapso completo de la precisión”. El estudio sugiere que estos modelos frecuentemente carecen de un razonamiento lógico robusto, luchando por procesar información de manera efectiva más allá de un cierto umbral de complejidad. Uno podría considerar cómo le iría a dicha IA al intentar el intrincado análisis histórico visto en el artículo de Andrew Marantz en el New Yorker, que conecta siglos de tendencias autocráticas con la sociedad estadounidense contemporánea. El riesgo es que la IA “haga cortocircuito”, incapaz de destilar los puntos matizados y salientes que dan a un trabajo tan profundo su impacto.

Un informe aún más preocupante de la BBC corrobora estas limitaciones, revelando las importantes dificultades de la IA para resumir noticias con precisión. Cuando periodistas expertos evaluaron resúmenes de 100 noticias generados por los principales modelos de IA (ChatGPT, Copilot, Gemini y Perplexity), los resultados fueron alarmantes. Además de contener inexactitudes fácticas manifiestas, los chatbots “lucharon por diferenciar entre opinión y hecho, editorializaron y a menudo no incluyeron el contexto esencial”. De manera inquietante, casi una quinta parte, un asombroso 19%, de estos resúmenes incluían hechos falsos o citas distorsionadas.

Estos problemas no son incidentes aislados. Un estudio del MIT Sloan ha destacado la propensión de las herramientas de IA a fabricar citas y a reforzar los sesgos de género y raciales existentes. Además, el imperativo económico que impulsa la adopción de la IA en los medios a menudo conduce a una preocupante aceptación de estándares de “suficientemente buenos” en el periodismo impulsado por la IA, priorizando la generación de ingresos sobre la integridad fáctica.

Esto nos lleva a la razón menos idealista y más pragmática por la que la IA ha consumido vorazmente contenido periodístico: la ganancia financiera. Crucialmente, ninguno de los ingresos sustanciales generados por el uso de este contenido por parte de la IA está regresando para financiar las instituciones periodísticas que impulsan todo este experimento. ¿Cuál será entonces el destino de nuestra sociedad cuando el pilar central de una prensa veraz y libre colapse bajo el peso de la misma tecnología que la ha consumido descuidadamente? Para que la IA realmente sirva a la sociedad y mantenga su utilidad, sus desarrolladores deben reconocer e invertir urgentemente un valor real en el reportaje verificado para asegurar su existencia continuada.