Enjambres de Microrobots Controlados por Sonido: Autocuración y Adaptación

Sciencedaily

Un estudio innovador, liderado por investigadores de Penn State, ha revelado un nuevo paradigma para la microrrobótica: enjambres de robots microscópicos que se comunican y coordinan utilizando ondas sonoras, imitando la inteligencia colectiva observada en fenómenos naturales como los enjambres de abejas o las bandadas de pájaros. Estas micromáquinas autoorganizadas, actualmente modeladas en sofisticadas simulaciones, demuestran una capacidad sin precedentes para adaptarse a su entorno, reformarse si se dañan y potencialmente llevar a cabo tareas complejas que van desde la limpieza de áreas contaminadas hasta la administración de tratamientos médicos dirigidos o la exploración de entornos peligrosos.

El concepto se inspira en el mundo natural, donde animales como murciélagos, ballenas e insectos han dependido durante mucho tiempo de las señales acústicas para la comunicación y la navegación. Un equipo internacional de científicos, dirigido por Igor Aronson, Catedrático Huck de Ingeniería Biomédica, Química y Matemáticas en Penn State, aplicó este manual natural para modelar pequeños robots que utilizan ondas sonoras para coalescer en grandes y cohesivos enjambres que exhiben un comportamiento similar a la inteligencia. Sus hallazgos, publicados el 12 de agosto en la revista Physical Review X, representan un salto significativo en el control de entidades microscópicas.

Al igual que un cardumen de peces o una bandada de pájaros, estos enjambres en miniatura de micromáquinas que emiten sonido son inherentemente autoorganizados. Esta característica les permite navegar por espacios restringidos e incluso reformarse si su forma colectiva se interrumpe. Esta inteligencia emergente podría resultar inestimable para abordar algunos de los desafíos más apremiantes del mundo. Más allá de la remediación ambiental, como la limpieza de contaminantes, estos enjambres de robots podrían operar dentro del cuerpo humano, administrando medicamentos con precisión en áreas enfermas. Sus capacidades de detección colectiva también mejoran su habilidad para detectar cambios ambientales, y su notable atributo de “autocuración” —la capacidad de mantener la funcionalidad como una unidad colectiva incluso después de fracturarse— los hace particularmente prometedores para la detección de amenazas y aplicaciones avanzadas de sensores.

Para este estudio, el equipo de investigación desarrolló un modelo informático detallado para rastrear los movimientos de robots individuales diminutos, cada uno teóricamente equipado con un emisor y un detector acústico. Las simulaciones revelaron que la comunicación acústica permitía a estos agentes robóticos individuales cooperar sin problemas, adaptando colectivamente su forma y comportamiento a su entorno. Si bien estos robots existen actualmente como agentes computacionales dentro de un modelo teórico basado en agentes, en lugar de dispositivos físicos fabricados, Aronson afirma que la emergencia observada de inteligencia colectiva es robusta y probablemente se manifestaría en cualquier estudio experimental diseñado con estos principios.

Sorprendentemente, los componentes individuales de estos enjambres son extremadamente simples, comprendiendo solo un motor, un micrófono diminuto, un altavoz y un oscilador. Sin embargo, a pesar de esta complejidad mínima, demuestran una profunda inteligencia colectiva. Cada robot sincroniza su propio oscilador con la frecuencia del campo acústico del enjambre y migra hacia la señal más fuerte, efectivamente “oyéndose” y “encontrándose” entre sí para facilitar la autoorganización colectiva.

Este descubrimiento marca un hito fundamental en el floreciente campo de la materia activa, que investiga el comportamiento colectivo de agentes biológicos y sintéticos microscópicos autopropulsados, desde colonias bacterianas hasta células vivas y microrobots. Históricamente, las partículas de materia activa se han controlado predominantemente mediante señalización química. Sin embargo, esta investigación demuestra por primera vez que las ondas sonoras pueden servir como un medio eficaz para controlar microrobots. Las ondas acústicas ofrecen ventajas distintas sobre las señales químicas, propagándose más rápido y más lejos con una pérdida mínima de energía, y requiriendo un diseño mucho más simple para los elementos robóticos individuales. La investigación, que recibió financiación de la Fundación John Templeton, implicó la colaboración con Alexander Ziepke, Ivan Maryshev y Erwin Frey de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich. Este avance representa un paso crucial hacia el diseño de la próxima generación de microrobots, preparados para abordar tareas complejas y responder a señales externas en entornos desafiantes con una resiliencia y autonomía sin precedentes.