¿Quién financia el auge de los centros de datos de IA de 3 billones de dólares?
La carrera global por el dominio de la inteligencia artificial está impulsando un auge de la construcción sin precedentes, con una estimación de 3 billones de dólares que se están invirtiendo en el desarrollo de vastos centros de datos e infraestructura de soporte crítica. Si bien los gigantes tecnológicos inicialmente lideraron la carga, la magnitud de este esfuerzo ha atraído ahora a un formidable nuevo actor: el capital privado, ansioso por capturar las recompensas de este cambio fundamental.
Gigantes tecnológicos como Microsoft, Amazon, Google y Meta continúan invirtiendo sumas asombrosas. Microsoft, por ejemplo, ha destinado más de 80 mil millones de dólares para infraestructura de IA en su actual año fiscal, mientras que Meta está invirtiendo 10 mil millones de dólares en su masivo centro de datos Hyperion, programado para abrir en 2030. Juntas, solo estas cuatro compañías controlan casi la mitad de la capacidad de centros de datos de EE. UU. y gastaron colectivamente cerca de 100 mil millones de dólares en infraestructura de IA en los últimos trimestres, con proyecciones que indican más de 400 mil millones de dólares en gastos de capital para el próximo año. Este gasto monumental subraya su compromiso de construir las “fábricas de IA” necesarias para entrenar y desplegar modelos avanzados.
Sin embargo, los requisitos financieros son tan inmensos que incluso estos titanes están buscando financiación externa. Aquí es donde el capital privado está interviniendo, transformando el panorama de inversión. Firmas de capital privado, fondos de infraestructura y fondos soberanos están priorizando cada vez más las inversiones en la columna vertebral digital de la IA, viendo los centros de datos como las “picos y palas” de esta nueva revolución industrial. Este cambio estratégico refleja una preferencia por activos a largo plazo de menor riesgo con retornos predecibles, en contraste con la búsqueda de capital de riesgo de empresas de IA de alto riesgo y en etapa temprana.
Acuerdos recientes destacan esta tendencia. Meta está asegurando un paquete de financiación sustancial de 29 mil millones de dólares para un nuevo centro de datos en Luisiana, con Pacific Investment Management Co. (Pimco) liderando la porción de deuda y Blue Owl Capital Inc. proporcionando capital. De manera similar, Microsoft se ha asociado con BlackRock para recaudar 30 mil millones de dólares en capital privado, parte de una estrategia más amplia de centros de datos de IA que eventualmente podría alcanzar los 100 mil millones de dólares. Incluso el ambicioso Proyecto Stargate de OpenAI, que apunta a una inversión colosal de 500 mil millones de dólares en infraestructura de IA durante cuatro años, involucra a actores importantes como Oracle y SoftBank, junto con otras entidades privadas. Este interés creciente es evidente en las cifras: las fusiones y adquisiciones de centros de datos respaldadas por capital privado alcanzaron los 18.15 mil millones de dólares a nivel mundial en 2024, la cifra más alta en al menos cinco años. Una encuesta de 2025 indicó que casi la mitad de los inversores en centros de datos planean comprometer más de 500 millones de dólares este año, impulsados por la demanda de IA y un giro hacia estrategias de hiperescala.
Sin embargo, esta expansión sin precedentes conlleva desafíos significativos, principalmente en relación con la energía y los recursos. Los centros de datos de IA son consumidores voraces de electricidad, demandando hasta ocho veces más energía que sus contrapartes tradicionales. Esta demanda creciente está ejerciendo una inmensa presión sobre las redes eléctricas existentes, que no fueron diseñadas para un consumo tan rápido y concentrado. Se proyecta que la demanda de electricidad en EE. UU. aumente un 16% en los próximos cinco años, en gran parte debido a los centros de datos, con algunas estimaciones que sugieren que podrían representar el 20% de la demanda eléctrica de la nación para 2030. Esta tensión puede provocar “armónicos malos” —distorsiones en el suministro de energía que pueden afectar hogares y negocios— y ya está contribuyendo a precios de electricidad más altos.
Más allá de la electricidad, la escasez de agua plantea otro obstáculo crítico. Enfriar el equipo de computación de alto rendimiento en estas instalaciones requiere millones de galones de agua diariamente, lo que genera preocupaciones ambientales y complica la selección del sitio. Además, la gran intensidad de capital de estos proyectos, con centros de datos de hiperescala que a menudo superan los 500 millones de dólares en costo, requiere estructuras de financiación complejas y empresas conjuntas para mitigar el riesgo y distribuir la carga financiera. Los retrasos en la obtención de conexiones a la red, a veces de cinco a diez años, también están obligando a los operadores a explorar estrategias costosas de autogeneración.
El auge de la construcción de IA de 3 billones de dólares no es meramente una revolución tecnológica; es una empresa de infraestructura masiva que está remodelando fundamentalmente los flujos de inversión globales. La convergencia del inmenso poder de gasto de las grandes tecnológicas y la visión estratégica a largo plazo del capital privado está creando una nueva clase de activos y un panorama ferozmente competitivo, todo ello mientras se lidia con las profundas implicaciones energéticas y ambientales de impulsar el futuro de la inteligencia artificial.