La IA en el trabajo: Riesgos de depender demasiado de chatbots

Businessinsider

El lugar de trabajo moderno está experimentando silenciosamente un cambio profundo a medida que los empleados forman cada vez más lazos estrechos con los chatbots de inteligencia artificial, tratándolos no solo como herramientas, sino como confidentes de confianza e incluso como “mejores amigos de la oficina”. Si bien estos asistentes de IA prometen una mayor eficiencia y concentración, su creciente papel en las interacciones diarias plantea preguntas críticas sobre el futuro de la conexión humana en entornos profesionales, una tendencia que algunos colegas humanos ya encuentran inquietante.

Considere la dinámica en evolución ejemplificada por Nicole Ramirez, cuya interacción con ChatGPT comenzó de manera bastante inocente, redactando correos electrónicos rutinarios. Con el tiempo, la utilidad de la IA se expandió a tareas más intrincadas, evolucionando finalmente a un rol similar al de un compañero de trabajo de confianza. Ramirez se encontró confiando en “Deborah”, como llamó a su chatbot, incluso desahogándose sobre clientes reales y colegas humanos. Esta conexión personal con la inteligencia artificial no es un incidente aislado; un número creciente de estadounidenses están cultivando relaciones similares a las humanas, y en algunos casos, incluso románticas, con la IA, ejemplificado por plataformas como Replika, que ofrece un compañero digital por una tarifa anual.

Si bien el atractivo de tales “conexiones” accesibles y sin prejuicios puede ser potente, los expertos advierten contra su uso excesivo. Laura Greve, psicóloga clínica de la salud en Boston, establece un paralelismo convincente: “Como la comida chatarra, es eficiente cuando la necesitas, pero demasiado con el tiempo puede causarte ‘diabetes relacional’”. Ella explica que esta dependencia excesiva puede dejar a los individuos “privados de los nutrientes que necesitan, la conexión humana real”.

Las implicaciones se extienden directamente a la esfera profesional. Investigaciones previas, incluyendo las perspectivas de un sociólogo, un psicólogo, un coach de etiqueta digital y un terapeuta sexual, indican que el auge de la IA está alterando fundamentalmente nuestra autopercepción, nuestras interacciones con los demás e incluso nuestras vidas íntimas, lo que lleva a lo que algunos describen como un “extrañamiento” del comportamiento humano. Específicamente, investigadores del MIT han descubierto que la dependencia excesiva de la IA en el lugar de trabajo puede erosionar las habilidades de pensamiento crítico, fomentar la procrastinación y una disminución general de la diligencia. El científico del comportamiento David De Cremer advierte que los colegas pueden percibir a aquellos excesivamente dependientes de la IA como menos creativos, con menor potencial de crecimiento y simplemente dependientes de la tecnología.

Puede parecer poco sorprendente que algunos trabajadores graviten hacia los chatbots cuando se enfrentan a tareas que tradicionalmente requieren interacción humana. Una estadística sorprendente revela que un tercio de los trabajadores estadounidenses preferiría limpiar un inodoro antes que pedir ayuda a un colega, lo que destaca una renuencia preexistente a interactuar con sus compañeros. Sin embargo, el riesgo aumenta cuando los chatbots se convierten en el valor predeterminado para casi todas las interacciones. Si bien los empleados que hablaron sobre su uso de la IA confirman que todavía interactúan con colegas humanos, admiten que estas interacciones ocurren con menos frecuencia que antes, lo que indica un cambio sutil pero persistente de las dinámicas orgánicas del lugar de trabajo.

Este panorama en evolución presenta un desafío complejo: equilibrar los innegables beneficios de eficiencia de la IA con el valor irremplazable de la conexión humana genuina. A medida que la IA se vuelve más sofisticada e integrada en nuestra vida diaria, comprender sus impactos psicológicos y sociales en el lugar de trabajo será crucial para fomentar entornos saludables y productivos.