EE. UU. en la mira de Intel: ¿una participación gubernamental para impulsar chips nacionales?

Theaiinsider

Según los informes, el gobierno de EE. UU. se encuentra en discusiones avanzadas para adquirir una participación en Intel, un movimiento que señala un nivel sin precedentes de intervención directa destinada a reforzar la fabricación nacional de semiconductores. El posible acuerdo, reportado inicialmente por Bloomberg y ampliamente corroborado, surge en medio de los esfuerzos de la administración Trump para solidificar la cadena de suministro de chips del país y apoyar proyectos críticos como la planta de chips de Intel en Ohio, que ha sufrido largos retrasos.

Este importante desarrollo sigue a una reunión de alto nivel el 11 de agosto de 2025, entre el CEO de Intel, Lip-Bu Tan, y el presidente Donald Trump y los miembros de su gabinete. La reunión en sí fue notable, ya que ocurrió pocos días después de que el presidente Trump hubiera pedido públicamente la renuncia de Tan, citando supuestas inversiones pasadas en compañías tecnológicas chinas con vínculos con el ejército chino. Si bien la Casa Blanca, a través del portavoz Kush Desai, ha mantenido que “la discusión sobre acuerdos hipotéticos debe considerarse especulación a menos que sea anunciada oficialmente por la administración”, los informes ya han disparado las acciones de Intel, lo que refleja el optimismo de los inversores por un salvavidas respaldado por el gobierno.

La inversión gubernamental propuesta está principalmente orientada a acelerar el ambicioso complejo de fabricación de Intel de 28 mil millones de dólares en Ohio. Esta vasta instalación, concebida en su momento como el centro de fabricación de chips más grande del mundo, ha enfrentado repetidos contratiempos, con su cronograma operativo ahora significativamente retrasado desde un objetivo inicial de 2026 hasta entre 2030 y 2031. Estos retrasos subrayan los inmensos desafíos financieros y logísticos que implica establecer plantas de fabricación de semiconductores de vanguardia.

Intel, bajo el liderazgo de Lip-Bu Tan desde marzo de 2025, ha estado navegando un período de considerable dificultad. La compañía, una vez líder indiscutible en la fabricación de chips, ha visto caer su valor de mercado y sus márgenes de beneficio reducirse a la mitad en los últimos años, luchando por competir en el floreciente mercado de chips de IA dominado por rivales como Nvidia. Su división de fundición, crucial para su estrategia “IDM 2.0” destinada a restablecer su destreza de fabricación, ha seguido siendo profundamente deficitaria. Una participación directa del gobierno podría inyectar el capital tan necesario, aliviando las severas presiones de flujo de caja y ayudando a estabilizar los ambiciosos planes de recuperación de la compañía.

Este posible acuerdo es una clara manifestación del enfoque intensificado del gobierno de EE. UU. en la reubicación de la producción de semiconductores, considerándola un imperativo crítico para la seguridad nacional. Si bien la histórica Ley CHIPS y Ciencia, firmada en 2022, ya ha asignado una financiación sustancial —Intel misma recibió hasta 7.860 millones de dólares en financiación directa y 3.000 millones de dólares adicionales para un programa de enclave seguro para chips de defensa— la participación reportada va más allá de los subsidios tradicionales. Significa una política industrial más profunda y directa, donde el gobierno toma una posición de capital en una empresa tecnológica privada. Este enfoque se alinea con otras intervenciones gubernamentales recientes, incluido un acuerdo que requiere que Nvidia y AMD paguen un porcentaje de sus ventas de chips de IA chinos al gobierno de EE. UU., y una participación preferente en el productor de tierras raras MP Materials.

Las discusiones resaltan la compleja interacción entre la seguridad nacional, la competitividad económica y la estrategia corporativa en el mundo de alto riesgo de la tecnología avanzada. El resultado de estas conversaciones no solo podría remodelar el futuro de Intel, sino también establecer un nuevo precedente para la participación del gobierno en industrias estratégicas vitales dentro de los Estados Unidos.