Profesores: La IA en el aula es crucial para habilidades del mundo real
Mientras las universidades y colegios se preparan para un nuevo año académico, los educadores de todo el país siguen lidiando con el complejo papel de la inteligencia artificial generativa en el aprendizaje de los estudiantes. Si bien algunos profesores adoptan la tecnología con cautela, otros la ven con escepticismo, citando preocupaciones persistentes sobre la deshonestidad académica, el potencial de los modelos de IA para “alucinar” o generar imprecisiones fácticas, y ansiedades más amplias sobre el impacto a largo plazo en la inteligencia humana.
Sin embargo, un consenso creciente entre el profesorado sugiere que excluir completamente la IA del aula podría obstaculizar gravemente el desarrollo profesional de los estudiantes. La rápida adopción de herramientas de IA en el mundo empresarial hace que la alfabetización en IA sea una habilidad cada vez más vital. Victor Lee, profesor asociado de la Escuela de Posgrado de Educación de Stanford, articula este imperativo: “Si se integra bien, la IA en el aula puede fortalecer la conexión entre lo que los estudiantes aprenden y lo que verán en la fuerza laboral y el mundo que les rodea”.
Las empresas de IA están facilitando activamente esta integración, lanzando características diseñadas específicamente para uso educativo. Google, por ejemplo, ha ofrecido su Gemini AI de forma gratuita durante un año a los estudiantes y cuenta con herramientas experimentales como “Learn About” y “NotebookLM”, que recientemente recibieron un conjunto de nuevas capacidades de IA generativa. OpenAI ha introducido el “Modo de Estudio” en ChatGPT, diseñado para guiar a los estudiantes a través de la resolución de problemas paso a paso en lugar de simplemente proporcionar respuestas. De manera similar, Grammarly ha lanzado herramientas impulsadas por IA, incluyendo un “Calificador de IA” que ofrece sugerencias de tareas y predicciones de calificaciones basadas en rúbricas, y agentes que señalan afirmaciones no respaldadas, lo que incita a los estudiantes a proporcionar evidencia y recomendar fuentes creíbles. Como señala Luke Behnke, vicepresidente de gestión de productos de Grammarly: “Las universidades reconocen que es su responsabilidad preparar a los estudiantes para la fuerza laboral, y eso ahora incluye la alfabetización en IA”.
Las propias universidades también están incorporando la IA en su infraestructura educativa. Muchas instituciones están integrando funcionalidades de IA en sus sistemas de gestión del aprendizaje y proporcionando a estudiantes y personal acceso directo a modelos de IA líderes como Gemini de Google, Copilot de Microsoft y ChatGPT de OpenAI. La Universidad de Duke en Carolina del Norte, por ejemplo, ofrece a todo su personal y estudiantes acceso gratuito a GPT-5 de OpenAI, completo con sus herramientas avanzadas de matemáticas y codificación. Las oficinas universitarias dedicadas a mejorar la calidad de la enseñanza están guiando activamente al profesorado sobre estrategias efectivas de integración de la IA.
La aplicación práctica de la IA en el aula ya está generando nuevos enfoques pedagógicos. Longji Cuo, profesor asociado de la Universidad de Colorado, Boulder, imparte un curso donde los estudiantes de ingeniería mecánica aprovechan la IA para la resolución de problemas del mundo real, el trabajo en equipo, la codificación y las presentaciones. Aunque fomenta el uso de la IA, Cuo enfatiza un estándar de trabajo más alto, esperando que los estudiantes “demuestren creatividad al nivel de un estudiante de doctorado de nivel superior o equivalente”. Advierte contra la aceptación ciega de la salida de la IA, que puede ser propensa a errores, instando a los estudiantes a evaluar críticamente, seleccionar y leer más de forma independiente para producir un trabajo que no parezca manifiestamente generado por IA.
Otros profesores están navegando la presencia de la IA adaptando sus cursos. Paul Shovlin, profesor asistente de IA y retórica digital en la Universidad de Ohio, observa que algunos profesores mitigan el uso de la IA alterando las tareas, mientras que otros eligen evitarla por completo. Sin embargo, Shovlin destaca que los estudiantes ya están empleando la IA para el aprendizaje personalizado, la colaboración, la escritura y la simplificación de sus cursos. Su propio curso de composición de nuevos medios utiliza la IA generativa como una herramienta para crear activos fundamentales, permitiendo a los estudiantes centrarse en tareas creativas y conceptuales de nivel superior en lugar de bloques de construcción básicos. Por ejemplo, en una asignación de novela gráfica, las herramientas de creación de imágenes de IA pueden generar elementos que los estudiantes luego integran en sus diseños. “Dibujar no es un resultado de aprendizaje para la clase”, explica Shovlin, “pero participar con éxito en una composición multimedia sustancial sí lo es”.
Los expertos coinciden en que la IA puede ser inmensamente valiosa en el aula, siempre que los estudiantes se involucren críticamente, hagan preguntas perspicaces y desarrollen activamente sus habilidades. Jack Gold, analista principal de J. Gold Associates, subraya que la efectividad depende de saber “las preguntas correctas que hacer” e identificar “un modelo de IA competente”. Sin embargo, advierte que los estudiantes que confían en la IA para simplemente escribir sus trabajos corren el riesgo de socavar su propio desarrollo de habilidades. Mirando hacia el futuro, Gold vislumbra un futuro donde los agentes de IA personalizados podrían revolucionar la educación, ofreciendo orientación personalizada a estudiantes individuales, lo que potencialmente cambiaría la proporción tradicional de maestro a estudiante.
La integración de la IA en la educación superior no es un simple interruptor de encendido y apagado; es una evolución matizada que exige un compromiso crítico, una conciencia ética y transparencia tanto de los educadores como de los estudiantes.