EE. UU. envía 33K 'kits de ataque' inteligentes a Ucrania para drones más letales
Estados Unidos ha adjudicado un contrato de 50 millones de dólares a la empresa de software de defensa Auterion para el suministro de 33,000 “kits de ataque” impulsados por IA a Ucrania. Estos kits están diseñados para mejorar las capacidades de los vehículos aéreos no tripulados (UAV) ucranianos y reforzar su eficacia en las líneas del frente, lo que refleja la naturaleza cada vez más centrada en drones del conflicto.
Los “kits de ataque” cuentan con una placa de circuito construida alrededor del sistema Skynode S de Auterion, que incorpora software personalizado para contrarrestar las interferencias electrónicas y proporcionar cierto grado de autonomía a los drones. Lorenz Meier, CEO de Auterion, explicó que el sistema utiliza un controlador de radio definido por software propietario con un enlace de salto de frecuencia rápido y cifrado. Este método de comunicación avanzado ofrece una ventaja significativa sobre los sistemas analógicos tradicionales.
Meier detalló que, si bien muchos sistemas de drones requieren un control constante de la línea de visión, lo que limita su altitud operativa, los drones equipados con Skynode pueden ascender más alto. Esto permite a los operadores identificar objetivos desde una distancia más segura antes de enviar el drone en su aproximación final sin un control continuo del operador para la “última milla”. Esta capacidad es crucial, ya que muchos sistemas de interferencia rusos tienen un alcance limitado y son principalmente efectivos solo en las inmediaciones del objetivo. Al permitir que los drones completen su misión de forma autónoma después de fijar el objetivo, el sistema anula tales esfuerzos de interferencia.
Las fuerzas ucranianas ya han probado con éxito aproximadamente 3,000 drones integrados con estas placas de circuito y software, añadiéndolos a hardware comercial fácilmente disponible. Si bien, según se informa, Ucrania fabricó alrededor de dos millones de drones el año pasado y apunta a cuatro millones este año, el suministro inicial de 33,000 kits avanzados representa un aumento limitado, aunque significativo. Los kits están diseñados para una integración sencilla en drones ucranianos de producción nacional a través de puertos de conexión estándar. También permiten el uso de los sistemas de visión de IA de Auterion para un ataque y navegación avanzados, un área que Meier ha investigado durante muchos años.
Los drones han demostrado ser muy efectivos para las fuerzas ucranianas, notablemente en operaciones como la “Operación Telaraña”, donde, según se informa, se utilizaron más de 100 drones en un ataque de emboscada a miles de millas de la línea del frente, supuestamente destruyendo o dañando más de 40 aviones rusos en cinco bases aéreas. Meier se negó a comentar si el software de Auterion estuvo involucrado en estos ataques específicos.
En el lado opuesto, Rusia ha aumentado significativamente su producción de drones después de subestimar inicialmente su utilidad en combate. Rusia ha asegurado los derechos de fabricación para el drone Shahed 136 de Irán, rebautizándolo como Geran-2 y mejorando sus capacidades de vuelo. Imágenes recientes han mostrado una fábrica de drones rusa donde adolescentes están involucrados en la construcción de Geran-2, que pueden ser lanzados desde camionetas modificadas. Algunos drones rusos también han sido observados equipados con antenas Starlink para comando y control. Además, un informe de la publicación rusa en el exilio The Insider afirma que juegos respaldados por el estado, como la plataforma “Berloga”, se están utilizando para guiar a más de 600,000 estudiantes hacia el desarrollo y la guerra de drones en el mundo real.
Sin embargo, Meier cree que ciertos enfoques, como la dependencia de drones de visión en primera persona (FPV) donde un operador usa un casco para el control visual, se están volviendo obsoletos. Argumenta que la doctrina militar occidental prioriza minimizar las bajas de soldados y reducir su proximidad a la línea del frente, un lujo que no se pueden permitir las fuerzas que dependen de un gran número de personal. Meier anticipa que futuros enjambres masivos de drones abrumarán a los operadores humanos debido al gran volumen de objetivos.
“Queremos tener la mayor automatización posible”, afirmó Meier, enfatizando que el objetivo es contrarrestar los sistemas de drones de control totalmente manual con unidades que posean altos niveles de automatización, si no autonomía total. Destacó la diferencia de velocidad, señalando que, si bien los drones Shahed o ISR de vuelo lento podrían ser interceptados por pilotos humanos (a velocidades comparables a las de los aviones de la Segunda Guerra Mundial), los enfrentamientos frontales a varios cientos de millas por hora estarían más allá de las capacidades humanas.
La rentabilidad de estas operaciones con drones es sorprendente. Un tanque ruso T-90 o una unidad estadounidense M1A1 cuesta alrededor de 4.5 millones de dólares de fabricar, sin embargo, ambos son altamente vulnerables a los ataques de drones desde arriba, donde su blindaje es más delgado. En contraste, el kit de Auterion cuesta aproximadamente 1,000 dólares por unidad para la placa de circuito, lo que hace que los ataques basados en drones sean altamente rentables.
Meier afirmó que los aliados de la OTAN están reconociendo este cambio. El Reino Unido, Alemania y los Países Bajos están invirtiendo significativamente en capacidades de drones, no solo a través de la tecnología de Auterion. El futuro de la guerra, sugiere, se está alejando de los grandes batallones de hardware costoso y las complejas líneas de suministro logístico, hacia sistemas de drones más baratos y ágiles que dependen menos de cadenas de suministro vulnerables.
Mientras ambas partes continúan avanzando en sus capacidades ofensivas de drones, también están desarrollando medidas antidrones. Esto incluye el despliegue de barreras físicas como redes de pesca sobre rutas de suministro clave, que recuerdan a los globos de barrera de la Segunda Guerra Mundial. Este ciclo continuo de innovación y contrainnovación, donde cada avance necesita un desarrollo receptivo del lado opuesto, es comparado por los científicos evolucionistas con una “carrera de la Reina Roja”, una necesidad continua de adaptarse e innovar simplemente para mantener la paridad.