Definición de AGI Amenaza el Multimillonario Acuerdo Microsoft-OpenAI
Una asociación multimillonaria entre Microsoft y OpenAI está, según los informes, en un proceso de renegociación significativa, impulsada por la escurridiza definición de inteligencia artificial general (AGI). El acuerdo existente, valorado en 13.750 millones de dólares, otorga a Microsoft derechos sobre los modelos de OpenAI hasta 2030, o hasta que OpenAI declare haber logrado la AGI. Esta cláusula, que antes parecía teórica, se ha convertido en un límite legal crítico a medida que la AGI transita de la ciencia ficción a una posibilidad tangible.
Si OpenAI declarara el logro de la AGI bajo los términos actuales, Microsoft corre el riesgo de perder el acceso a la tecnología fundamental sobre la que descansa gran parte de su estrategia futura. Esto incluye productos e iniciativas clave como su plataforma en la nube Azure, la suite de software Office, las herramientas de desarrollo GitHub y las ambiciones de IA generativa de Copilot. Las inmensas implicaciones han impulsado intensas discusiones entre las dos potencias de IA.
Según informes de Bloomberg y TechCrunch, Microsoft busca asegurar el acceso continuo a la tecnología de OpenAI incluso después de que se logre la AGI, potencialmente adquiriendo una participación accionaria mayor en OpenAI, que se rumorea que estaría en el rango bajo a medio del 30%. Por su parte, OpenAI busca una mayor autonomía. Esto incluye menos restricciones sobre cómo y dónde puede vender sus modelos, controles más estrictos sobre el despliegue de su tecnología por parte de Microsoft y una mayor parte de los ingresos.
Sumado a la complejidad, OpenAI también está navegando su transición hacia una estructura completamente comercial. Actualmente opera como una organización sin fines de lucro que rige una empresa con fines de lucro limitado, un modelo diseñado para restringir los retornos de los inversores. Sin embargo, esta estructura es cada vez más vista como insostenible en medio de los rumores de salida a bolsa y las masivas demandas de infraestructura.
Las negociaciones no han estado exentas de fricciones. Según los informes, Microsoft ha bloqueado algunas de las adquisiciones intentadas por OpenAI, lo que indica sus propias ambiciones de IA en expansión. Con Mustafa Suleyman, cofundador de DeepMind e Inflection AI, ahora al frente de Microsoft AI, la compañía parece estar posicionándose para potencialmente protegerse contra, o incluso competir directamente con, OpenAI. Para complicar aún más las cosas, OpenAI, según los informes, busca recursos informáticos adicionales más allá de lo que Microsoft puede proporcionar, explorando posibles acuerdos con otros proveedores como Google y Oracle, lo que indica un deseo de evitar estar confinado.
En el centro de estas discusiones de alto riesgo está la falta de una definición clara y universalmente aceptada para la AGI. Para el propósito de su acuerdo, Microsoft y OpenAI deben llegar a un estándar mutuamente aceptable. Un punto de referencia frecuentemente citado en las discusiones de la industria define la AGI como una IA capaz de superar a los humanos en la mayoría del trabajo económicamente valioso.
Sin embargo, la aplicación práctica de dicha definición sigue siendo un desafío. Un concepto emergente que está ganando terreno en la industria de la IA más amplia es la Prueba de Turing Económica, propuesta por el investigador de seguridad de IA y cofundador de Anthropic, Ben Mann. Tal como se articuló en el Podcast de Lenny, esta prueba sugiere que si un agente de IA puede realizar un trabajo durante uno a tres meses y es contratado en lugar de un humano sin que el empleador se dé cuenta de que es una máquina, lo supera. Extendiendo esto, Mann sugiere que si la IA supera esta prueba para el 50% de los trabajos "ponderados por dinero", significaría el advenimiento de la IA transformadora, lo que podría conducir a un aumento sustancial en el crecimiento del PIB. Mann ha proyectado que esto podría ocurrir tan pronto como en 2027 o 2028.
Si bien la definición de AGI aún se debate en las salas de juntas y laboratorios de investigación, algunos observadores sugieren que el rendimiento a nivel de AGI ya podría estar influyendo sutilmente en la economía. Se citan casos en los que los individuos aprovechan la IA para completar evaluaciones de trabajo, engañar los flujos de trabajo de contratación o delegar trabajo real a agentes de IA entre bastidores como ejemplos en los que los empleadores podrían, sin saberlo, estar contratando o utilizando IA, un giro extraño en la Prueba de Turing Económica.
Estas complejas negociaciones subrayan las profundas implicaciones de la posible aparición de la AGI, no solo para el futuro de dos de las empresas tecnológicas más influyentes del mundo, sino para la economía en general y la definición misma del trabajo humano.