El reto de IA de Microsoft: Del prototipo líder al rezago en el mercado

Computerworld

Microsoft tiene un patrón recurrente: la empresa a menudo identifica grandes cambios tecnológicos temprano, desarrollando prototipos impresionantes y generando una expectación inicial significativa. Sin embargo, con frecuencia le cuesta traducir esta ventaja inicial en un dominio de mercado sostenido, cediendo a menudo terreno a competidores que lanzan productos más pulidos y exitosos. Esta tendencia histórica parece repetirse con las ambiciones de IA generativa de Microsoft.

Tras un lanzamiento agresivo de Bing Chat, Microsoft se posicionó inicialmente como una empresa líder en IA para el consumidor. Sin embargo, el impulso parece haberse ralentizado considerablemente, y el uso de Copilot se reporta ahora que está muy por detrás de ChatGPT y otros rivales. Si bien la cartera diversificada de Microsoft y su sólido negocio en la nube Azure aseguran la rentabilidad a través de soluciones empresariales, una pregunta clave persiste: ¿puede la empresa trascender su identidad centrada en los negocios y lograr un amplio éxito en el mercado de consumo en tecnologías emergentes?

Ejemplos de este patrón no son difíciles de encontrar. El patrón es evidente en la realidad aumentada y mixta. En 2015, Microsoft defendió esta tecnología con HoloLens, mostrando cautivadoras demostraciones para el consumidor, incluida la integración de Minecraft. Incluso incorporó el software “Windows Mixed Reality” en Windows 10, permitiendo a socios como Samsung desarrollar cascos compatibles. A pesar de generar una considerable anticipación en el consumidor, HoloLens nunca se lanzó como producto de consumo. Microsoft, en cambio, cambió su enfoque hacia la empresa, logrando notablemente un acuerdo multimillonario para desarrollar un casco basado en HoloLens para el ejército de EE. UU. Sin embargo, este proyecto supuestamente incurrió en miles de millones en pérdidas, lo que llevó a su transferencia a Anduril este año. Mientras tanto, competidores como Apple, Meta, Google y Samsung están invirtiendo fuertemente en este espacio, con Microsoft en gran parte ausente. Esto sirve como una advertencia: una ventaja temprana, una inversión sustancial y luego una retirada, dejando el mercado abierto para otros.

Hace décadas, Microsoft mostró una comprensión temprana del futuro de la computación móvil. A principios de la década de 2000, años antes de que el iPhone revolucionara la industria, los dispositivos que ejecutaban Windows CE ofrecían un vistazo a computadoras de bolsillo capaces de ejecutar aplicaciones y acceder a la web. Sin embargo, la interfaz era engorrosa, basada en un diminuto menú de inicio de Windows. El entonces CEO Steve Ballmer desestimó famosamente el iPhone en su lanzamiento en 2007, cuestionando su atractivo comercial sin un teclado. Los esfuerzos posteriores de Microsoft para competir, especialmente con el sistema operativo Windows Phone, finalmente no lograron afianzarse, momento en el que el iOS de Apple y el Android de Google ya habían establecido ventajas insuperables.

Mucho antes de Chrome y Firefox, Microsoft reconoció el potencial transformador de internet. Con Internet Explorer 4 (IE4) en 1997, la compañía integró la web profundamente en Windows, permitiendo contenido HTML en el escritorio y potenciando las aplicaciones web con tecnología propietaria ActiveX. Esta visión, sin embargo, estaba fuertemente ligada a Windows y ActiveX, lo que también presentaba vulnerabilidades de seguridad. El histórico caso antimonopolio, en parte relacionado con la inclusión de IE en Windows, complicó aún más las cosas. Tras el lanzamiento de IE6 en 2001, el desarrollo del navegador de Microsoft pareció estancarse, con IE7 llegando solo cinco años después, momento en el que Mozilla Firefox ya había capturado una cuota de mercado significativa. La visión inicial y correcta de Microsoft para una web expansiva se estancó, como si IE6 y ActiveX fueran suficientes indefinidamente. Esto dejó a la compañía jugando a la caza durante años hasta que reconstruyó Edge en el proyecto de código abierto Chromium, adoptando efectivamente la misma base que Google Chrome.

La trayectoria de Bing Chat, ahora integrado en Copilot, se hace eco sorprendentemente de este patrón histórico. La inversión temprana de Microsoft en OpenAI llevó a un rápido lanzamiento de productos de IA para el consumidor, posicionando inicialmente a Bing Chat como un contendiente importante junto a ChatGPT. A pesar del éxito viral, la compañía reaccionó a interacciones de usuario inesperadas e impredecibles implementando límites de uso, lo que finalmente hizo que el chatbot fuera menos atractivo y útil. Como Yusuf Mehdi, vicepresidente corporativo de Microsoft, le dijo a NPR, la compañía “no esperaba que la gente tuviera conversaciones de horas de duración que se desviaran hacia el terreno personal”, destacando un posible error de juicio en la interacción del usuario.

Bajo el actual CEO Satya Nadella, Microsoft ha evolucionado innegablemente. El pasado no dicta el futuro. Sin embargo, la pregunta sigue siendo: ¿romperá Copilot este ciclo y se convertirá en un verdadero éxito rotundo, o, como esfuerzos anteriores, servirá como un prototipo perspicaz pero en última instancia incumplido, simplemente demostrando lo que el resto de la industria tecnológica debería construir? El historial de la compañía no es del todo alentador.

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