Ultimátum de Trump sobre Chips: Fabricación en EE. UU. o Aranceles
En una dramática escalada de los esfuerzos para remodelar las cadenas de suministro de tecnología global, el expresidente Donald Trump anunció esta semana un ultimátum radical: un asombroso arancel del 100% sobre los chips semiconductores importados para las empresas que no se comprometan a fabricar dentro de los Estados Unidos. La audaz declaración, realizada el 6 de agosto de 2025, durante una reunión de alto perfil con el CEO de Apple, Tim Cook, señala un profundo cambio en la política comercial, con el objetivo de acelerar la reubicación de la producción crítica de chips a suelo estadounidense.
Este agresivo enfoque de “América Primero” difiere drásticamente de la Ley CHIPS y Ciencia de la administración anterior, que se basaba principalmente en incentivos financieros. La estrategia de Trump, en cambio, aprovecha los aranceles punitivos para obligar a la inversión, amenazando con fuertes sanciones a las empresas tecnológicas que no establezcan o expandan su huella de fabricación a nivel nacional. La razón declarada detrás de la medida es multifacética: impulsar los empleos manufactureros estadounidenses, mejorar la seguridad nacional al reducir la dependencia de fuentes de chips extranjeras y, potencialmente, obtener una ventaja política antes de futuras elecciones.
Crucialmente, el arancel propuesto viene con una exención significativa: las empresas que estén construyendo activamente o comprometidas a construir instalaciones de fabricación de chips en EE. UU. no enfrentarán dicho gravamen. Esta excepción ya ha provocado la reacción de importantes actores de la industria. Apple, por ejemplo, anunció rápidamente una inversión adicional de 100 mil millones de dólares en fabricación en EE. UU., lo que eleva su compromiso total a la notable cifra de 600 mil millones de dólares en los próximos cuatro años. Este movimiento, que incluye un nuevo “Programa de Fabricación Estadounidense”, parece posicionar al gigante del iPhone para la exención de los inminentes aranceles. De manera similar, se espera que Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), el mayor fabricante mundial de chips por contrato, y los gigantes surcoreanos Samsung Electronics y SK Hynix, estén en gran medida exentos debido a sus sustanciales inversiones en curso en instalaciones estadounidenses. Incluso Nvidia, un fabricante de chips estadounidense líder, es probable que evite los aranceles dada su presencia de fabricación nacional.
Sin embargo, el anuncio no ha estado exento de controversia inmediata y turbulencia en el mercado. Las acciones de Intel experimentaron una notable caída después de que Trump pidiera públicamente la renuncia de su nuevo CEO, Lip-Bu Tan, citando supuestos vínculos con empresas chinas y poniendo en riesgo los sustanciales 8 mil millones de dólares en fondos federales de la Ley CHIPS del fabricante de chips.
Las implicaciones más amplias para el panorama tecnológico global son profundas y en gran medida inciertas. Si bien la política busca fomentar la producción nacional, ha generado una gran confusión entre empresas y socios comerciales, particularmente en cuanto a si los aranceles se aplicarán solo a los semiconductores en bruto o también a los productos terminados que contengan chips importados. Los analistas de la industria advierten que un arancel del 100% sobre los chips importados podría conducir a costos de producción significativamente más altos en varios sectores, desde el automotriz hasta la electrónica de consumo y la defensa. Esta carga probablemente se traduciría en un aumento de los precios para los consumidores en todo, desde teléfonos inteligentes y automóviles hasta electrodomésticos.
Además, la medida corre el riesgo de fragmentar cadenas de suministro globales ya complejas y podría provocar medidas de represalia por parte de los socios comerciales, lo que podría desatar una guerra comercial más amplia centrada en la tecnología. Países como Filipinas y Malasia han expresado profundas preocupaciones sobre la pérdida de acceso al mercado, mientras que los fabricantes de chips de Singapur y las industrias de apoyo enfrentan posibles efectos dominó. Incluso Taiwán, un centro crítico para la producción de chips, teme que los proveedores más pequeños puedan verse presionados a reubicarse en EE. UU., lo que afectaría la posición a largo plazo de la isla en el ecosistema tecnológico global.
Hasta ahora, no se ha emitido ninguna política formal u orden ejecutiva, lo que deja a las empresas en un estado de “observación cautelosa” con una falta de orientación detallada sobre los criterios para las exenciones arancelarias. Esta incertidumbre está a punto de remodelar las estrategias de inversión y acelerar la diversificación de la cadena de suministro global de chips, aunque potencialmente a un costo más alto para la industria y, en última instancia, para los consumidores de todo el mundo.