Tensión EE.UU.-China por IA: Manus abandona el gigante asiático
El reciente acuerdo de financiación de inteligencia artificial que involucra a la startup Manus y al gigante de Silicon Valley, Benchmark, ha desatado una tormenta diplomática, subrayando las crecientes líneas de falla geopolíticas en el panorama tecnológico global. La transacción, que vio a la firma de IA fundada en China asegurar un respaldo significativo de la prominente firma de capital de riesgo estadounidense, supuestamente ha provocado la ira de Beijing por el percibido abandono de su país por parte de Manus, al mismo tiempo que ha puesto la mirada vigilante de Washington sobre su inversor de Silicon Valley.
Manus, un agente de IA general diseñado para automatizar una amplia gama de tareas, desde el análisis de datos hasta la creación de contenido, se originó en China y fue fundada en 2022. La compañía, que ofrece soluciones en varios sectores, incluyendo finanzas y atención médica, cerró recientemente una ronda de financiación Serie B de 75 millones de dólares en abril de 2025, liderada por Benchmark, valorando la startup en aproximadamente 500 millones de dólares. Esta inversión se canalizó notablemente a través de la entidad offshore de Manus para el desarrollo fuera de China, una maniobra que probablemente permitió que el acuerdo avanzara en medio de las crecientes restricciones de inversión de EE.UU. Desde entonces, Manus ha establecido su sede global en Singapur, lo que indica un giro estratégico lejos de su base original.
El disgusto reportado de Beijing se debe a esta percibida deserción, viendo la medida de Manus como un revés en su ambiciosa búsqueda de autosuficiencia tecnológica y liderazgo global en IA. El éxodo de empresas tecnológicas, ya sean extranjeras o fundadas en el país, es una preocupación creciente para China, ya que las corporaciones multinacionales adoptan cada vez más una estrategia de “Cualquier cosa Menos China” debido a las crecientes tensiones entre EE.UU. y China, las vulnerabilidades de la cadena de suministro y los crecientes riesgos geopolíticos. Si bien China continúa fomentando un vibrante sector de IA nacional con un significativo apoyo estatal y un aumento en el interés del capital de riesgo, la partida de una prometedora startup como Manus subraya los desafíos que enfrenta Beijing para retener talento e innovación en un mundo tecnológico cada vez más bifurcado.
Al mismo tiempo, Washington ha intensificado su escrutinio de las inversiones de capital de riesgo de EE.UU. en tecnología china, particularmente en áreas sensibles como la inteligencia artificial, la computación cuántica y la microelectrónica avanzada. Una orden ejecutiva emitida en agosto de 2023, seguida de una “regla final” en octubre de 2024, tenía como objetivo frenar el flujo de capital estadounidense hacia empresas tecnológicas chinas consideradas como un riesgo para la seguridad nacional. Informes del Comité Selecto de la Cámara de Representantes de EE.UU. sobre la Competencia Estratégica entre Estados Unidos y el Partido Comunista Chino a principios de 2024 destacaron más de 3 mil millones de dólares en inversiones de firmas de capital de riesgo de EE.UU. en compañías chinas de IA y semiconductores, incluyendo algunas en listas negras de EE.UU., lo que impulsó llamados a mayores restricciones. La inversión de Benchmark en Manus, a pesar de su estructuración offshore, ha llamado inevitablemente la atención, ya que Washington busca prevenir la transferencia de tecnologías críticas a entidades que podrían reforzar las capacidades militares o de vigilancia de China, manteniendo un delicado equilibrio entre sofocar la innovación y salvaguardar los intereses nacionales.
Esta doble presión sobre Manus y Benchmark ejemplifica las demandas complejas y a menudo contradictorias impuestas a las empresas e inversores que operan en el actual clima geopolítico. El panorama global de la IA está experimentando una realineación significativa, caracterizada por una “carrera armamentista de IA” y la fragmentación de ecosistemas tecnológicos que antes estaban interconectados. A medida que tanto EE.UU. como China compiten por la supremacía tecnológica, las startups y las firmas de capital de riesgo se ven obligadas a navegar por un terreno traicionero, equilibrando las oportunidades de mercado con las preocupaciones de seguridad nacional. El acuerdo Manus-Benchmark sirve como un duro recordatorio de que incluso inversiones aparentemente rutinarias pueden convertirse en puntos álgidos en la contienda más amplia por el dominio tecnológico, dando forma al futuro de la innovación global y los flujos de capital.