La arriesgada apuesta de Ford por los vehículos eléctricos asequibles en EE. UU.
Ford Motor Company desveló recientemente un ambicioso nuevo proceso de fabricación, lo que indica un impulso decidido hacia el mercado de vehículos eléctricos, centrándose particularmente en la asequibilidad. Sin embargo, el momento de este anuncio difícilmente podría ser más desafiante. El telón de fondo incluye la inminente expiración de importantes créditos fiscales para vehículos eléctricos, un panorama comercial que podría favorecer a los fabricantes chinos de vehículos eléctricos debido a disputas en curso, y una tendencia creciente entre los fabricantes de automóviles a posponer o incluso desechar modelos eléctricos planificados.
Los ejecutivos de Ford, incluido el CEO Jim Farley, reconocieron estos formidables vientos en contra durante su presentación. Farley describió el esfuerzo de manera contundente como una “apuesta”, enfatizando los riesgos inherentes y la ausencia de garantías. “Estamos haciendo tantas cosas nuevas”, afirmó, admitiendo que una ejecución fluida estaba lejos de ser segura. Este optimismo cauteloso está bien fundamentado; como el propio Farley señaló, la historia de la industria automotriz está plagada de intentos bien intencionados de vehículos asequibles que finalmente no lograron afianzarse en el mercado estadounidense.
Construir vehículos eléctricos verdaderamente asequibles en los Estados Unidos presenta dificultades únicas, en gran parte debido a las arraigadas preferencias de los consumidores. Los compradores estadounidenses suelen inclinarse por vehículos más grandes, priorizando una amplia autonomía y una capacidad de carga significativa. Un vehículo eléctrico con un precio en el codiciado rango de 25.000 a 30.000 dólares casi con certeza necesitaría ser más pequeño, más lento y menos capaz que los SUV de dos y tres filas que actualmente dominan el panorama de los vehículos eléctricos. Las medidas extremas requeridas para alcanzar esos puntos de precio ya han sido demostradas por algunas startups, como Slate Auto, cuyo camión, según se informa, logra su precio inicial de “veintitantos mil” al omitir características consideradas estándar en los vehículos modernos, como pantallas táctiles, conectividad celular, estéreos funcionales e incluso opciones de pintura exterior.
Ford, sin embargo, está trazando un rumbo diferente, apuntando a reducciones de costos a través de avances en su proceso de fabricación y tecnología de baterías. Siguiendo un camino iniciado por Tesla, la compañía planea adoptar un sistema de “unicasting” que produce piezas masivas e integradas de la parte inferior de la carrocería del vehículo. Se espera que este enfoque reduzca significativamente el tiempo de ensamblaje y los costos de fabricación. El aumento de la automatización también desempeñará un papel, lo que podría llevar a que se requieran menos trabajadores humanos para el ensamblaje, ofreciendo a algunos empleados actuales indemnizaciones o traslados a otras instalaciones.
El componente de batería de la estrategia de Ford presenta su propio conjunto de desafíos. Si bien los detalles específicos siguen siendo escasos, la compañía indicó que la batería de su próxima camioneta mediana —el primer vehículo que surgirá de este nuevo sistema de fabricación— será un 15 por ciento más pequeña que la de un crossover BYD Atto. Dadas las opciones de batería del Atto (49,92 kWh y 60,48 kWh), esto sugiere que Ford podría estar apuntando a una capacidad de alrededor de 51 kWh. Para contextualizar, la primera generación del Chevrolet Bolt contaba con un paquete de 57 kWh. Una batería de 51 kWh se considera modesta según los estándares actuales, donde los consumidores esperan cada vez más autonomías que superen los 300 millas. Comercializar un VE con esa autonomía por más de 30.000 dólares podría resultar excepcionalmente difícil.
Añadiendo a la complejidad, el precio de etiqueta real de la nueva camioneta de Ford, proyectada para llegar en 2027, probablemente superará los 30.000 dólares. Esto se debe en gran parte al clima político actual, donde la administración Trump y los republicanos del Congreso han trabajado activamente para desmantelar las políticas diseñadas para hacer que los vehículos eléctricos sean más asequibles para los consumidores. En consecuencia, Ford podría no poder depender de créditos fiscales o incentivos federales para ayudar a compensar el costo del vehículo, colocando toda la carga de la asequibilidad en sus eficiencias de fabricación internas. Analistas de la industria como Karl Brauer de iSeeCars expresan escepticismo, señalando que “el entorno para los vehículos eléctricos se ha vuelto mucho más desafiante en el mercado estadounidense este año, y el entorno global de los vehículos eléctricos se enfrenta a una creciente dominación de los fabricantes de automóviles chinos”. Brauer cuestiona si algún fabricante de automóviles estadounidense puede realmente tener éxito como productor de vehículos eléctricos bajo estas condiciones.
El rendimiento financiero actual de Ford en el sector de los vehículos eléctricos subraya estas dificultades. La compañía informó pérdidas que superaron los 5 mil millones de dólares en sus operaciones de vehículos eléctricos y software en 2024, con cifras similares anticipadas para el año actual. El CEO Jim Farley ha reconocido previamente la significativa brecha entre la fabricación y la tecnología de vehículos eléctricos estadounidenses y chinos, describiendo el rápido ascenso de China en el mercado como “la experiencia más humillante” de su carrera y admitiendo que sus vehículos eléctricos son “muy superiores”.
A pesar de estas duras realidades, Farley sonó una nota más optimista en Louisville, señalando un alejamiento de las estrategias pasadas. Declaró el fin de los “coches de cumplimiento” – vehículos producidos simplemente para cumplir con los requisitos regulatorios – y de los “líderes de pérdidas” que agotan los recursos de la compañía. En cambio, vislumbra un futuro en el que los vehículos eléctricos de Ford sean rentables, sosteniendo tanto a la compañía como a su fuerza laboral. Convertir esta visión en realidad será el desafío definitorio del liderazgo de Farley, determinando si Ford emerge como un líder próspero en vehículos eléctricos o una mera nota a pie de página en la transformación de la industria.