EE. UU. rastrea chips de IA a China con dispositivos ocultos

Gizmodo

El gobierno de Estados Unidos ha intensificado, según informes, sus esfuerzos para evitar que China adquiera chips avanzados de inteligencia artificial estadounidenses, con una nueva estrategia que implica la colocación encubierta de dispositivos de rastreo de ubicación en ciertos envíos. Esta medida, detallada en un reciente informe de Reuters que cita fuentes familiarizadas con la política, subraya las crecientes preocupaciones de Washington de que Pekín pueda aprovechar estos potentes semiconductores para reforzar sus capacidades militares y acelerar su industria nacional de chips.

Según estas fuentes, la Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio de EE. UU., la principal agencia de aplicación de las exportaciones del país, “típicamente participa” en estas operaciones de rastreo. La Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y las Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI) también pueden participar. Se alega que los dispositivos de rastreo están incrustados en “envíos objetivo” de chips de IA, específicamente aquellos considerados de “alto riesgo de desvío ilegal a China”. El objetivo explícito es identificar y sancionar a las empresas o individuos que se encuentren violando los controles de exportación de EE. UU. El informe indica además que estos rastreadores se han utilizado en envíos de servidores de fabricantes prominentes como Dell y Super Micro, que integran chips producidos por firmas líderes en semiconductores como AMD y Nvidia.

Nvidia, un actor clave en el mercado de chips de IA, ha negado vehementemente estas acusaciones. Un portavoz de la compañía declaró inequívocamente: “No instalamos dispositivos de rastreo secretos en nuestros productos”, y se refirió a una publicación de blog de la compañía recientemente publicada que afirmaba: “No hay puertas traseras en los chips de NVIDIA. No hay interruptores de desactivación. No hay spyware. Así no es como se construyen los sistemas confiables, y nunca lo será.”

Esta supuesta escalada se produce en medio de una “guerra de chips” en curso entre EE. UU. y China, una rivalidad geopolítica de larga data por la tecnología de semiconductores que ha adquirido nueva urgencia con la llegada de la IA. Las naciones ahora compiten por el dominio en el campo de rápida evolución de la IA generativa, reconociendo sus vastas aplicaciones potenciales, incluidos usos militares críticos. El gobierno de EE. UU. ha enmarcado consistentemente sus controles de exportación como una medida para salvaguardar la seguridad nacional, evitando que su rival estratégico acceda a tecnología que podría darle una ventaja militar. Simultáneamente, estos controles también se consideran un intento de impedir el crecimiento de las capacidades de fabricación de chips indígenas de China.

La práctica de incrustar mecanismos de vigilancia dentro de las exportaciones de hardware y software comercial no es algo sin precedentes para el gobierno de EE. UU. Las revelaciones de Edward Snowden en 2014, por ejemplo, expusieron cómo la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) había insertado rutinariamente “herramientas de vigilancia de puerta trasera” en routers y otro hardware informático antes de su envío a naciones extranjeras.

Sin embargo, la postura de la administración Trump sobre este tema ha parecido algo contradictoria. A pesar de los intensificados esfuerzos para restringir el acceso a los chips, el expresidente Trump indicó recientemente su voluntad de considerar permitir que Nvidia venda una versión “reducida” de sus unidades de procesamiento gráfico (GPU), cruciales para las aplicaciones de IA, a China. Este mensaje mixto resalta la compleja interacción de intereses económicos, preocupaciones de seguridad nacional y estrategia geopolítica que define el actual estancamiento tecnológico. El supuesto uso de dispositivos de rastreo representa una frontera significativa, aunque no del todo nueva, en esta lucha de alto riesgo por la supremacía tecnológica.