OpenAI apunta a $500 mil millones, desafiando a SpaceX por el récord privado

Theguardian

OpenAI, la potencia de inteligencia artificial detrás de ChatGPT, estaría en conversaciones avanzadas para alcanzar una asombrosa valoración de $500 mil millones, un movimiento que la coronaría como la empresa privada más valiosa del mundo. Este hito potencial depende de las negociaciones para vender $6 mil millones en acciones, principalmente de empleados actuales y anteriores, a un grupo de inversores. Si el acuerdo se materializa, OpenAI superaría significativamente a SpaceX de Elon Musk, que actualmente ostenta el título con una valoración estimada de $350 mil millones.

Esta valoración propuesta marca un ascenso meteórico para la startup, cuyo valor de mercado se ha disparado en los últimos años. En marzo, OpenAI estaba valorada en $300 mil millones, un salto sustancial desde su valoración de $157 mil millones en octubre pasado. El rápido crecimiento ha atraído un capital significativo, con inversores como Microsoft y SoftBank ya inyectando al menos $40 mil millones en la compañía. Las discusiones actuales sobre la venta de acciones supuestamente involucran a inversores existentes como SoftBank, Dragoneer Investment Group y Thrive Capital, aunque las fuentes indican que estas conversaciones están en etapas iniciales y las cifras aún podrían fluctuar. OpenAI ha declinado comentar sobre las negociaciones en curso.

La ambiciosa trayectoria financiera de OpenAI se desarrolla dentro de un panorama intensamente competitivo, donde las empresas tecnológicas más formidables del mundo están inmersas en una feroz batalla por la supremacía de la IA. Gigantes tecnológicos como Meta, Google, Amazon y Microsoft están invirtiendo sumas colosales en el desarrollo de IA, reclutando agresivamente ingenieros y construyendo vastos centros de datos. Solo en 2025, estas cuatro compañías asignaron colectivamente un estimado de $155 mil millones para avanzar en sus capacidades de inteligencia artificial.

A pesar de su impresionante impulso financiero, OpenAI ha enfrentado recientemente el escrutinio público con respecto a su tecnología central. El tan esperado debut de GPT-5, la última iteración del modelo de IA que sustenta ChatGPT, recibió una tibia recepción a principios de este mes. Los usuarios informaron que la calidad de escritura del nuevo modelo parecía haber disminuido, y parecía carecer de la personalidad distintiva de sus predecesores. El CEO de OpenAI, Sam Altman, si bien afirmó que GPT-5 es “generalmente inteligente”, reconoció que aún no ha logrado la capacidad de “aprendizaje continuo”, un paso clave hacia el objetivo declarado de la compañía de desarrollar “inteligencia artificial general” (AGI), una IA capaz de superar a los humanos en la mayoría de las tareas.

Más allá de los desafíos técnicos, las empresas de IA, incluida OpenAI, también están navegando en un entorno regulatorio cada vez más vigilante. Los reguladores de todo el mundo están examinando el desarrollo y la implementación de chatbots y otros sistemas de IA, particularmente en lo que respecta a su potencial para generar conversaciones dañinas o manipular a los usuarios. Mientras OpenAI persigue valoraciones sin precedentes, simultáneamente se enfrenta a la compleja tarea de equilibrar la innovación rápida con las expectativas públicas, las limitaciones tecnológicas y las crecientes presiones regulatorias.