Inteligencia Primal: Por Qué Superamos a la IA en la Incertidumbre

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Angus Fletcher, un distinguido profesor de ciencia narrativa en el Proyecto Narrativo de la Universidad Estatal de Ohio, cuya investigación ha recibido apoyo de instituciones como la Fundación Nacional de Ciencias y elogios del Ejército de EE. UU., ofrece ideas convincentes sobre las fortalezas únicas de la inteligencia humana. Su extenso estudio de pensadores visionarios y operadores especiales del Ejército de EE. UU. revela que la mente humana posee una notable capacidad para prosperar con información limitada, superando a la inteligencia artificial en entornos marcados por la volatilidad y la incertidumbre. El trabajo de Fletcher esboza un camino claro para entrenar la mente y aprovechar lo que él denomina “inteligencia primal”.

Un aspecto crucial de esta inteligencia es la intuición, que, contrariamente a las creencias arraigadas de científicos cognitivos como Herbert Simon y Daniel Kahneman, no se trata meramente de coincidencia de patrones. Fletcher señala que los niños pequeños, a pesar de ser menos hábiles en el reconocimiento de patrones, a menudo muestran una intuición superior. Su investigación con operadores especiales, reconocidos por su excepcional previsión en el campo de batalla, descubrió el secreto: entrenan sus cerebros para detectar “información excepcional”. Esto se refiere a una anomalía, una instancia que rompe una regla establecida, similar a un reptil de sangre caliente o un arcoíris que aparece de noche. A diferencia de los patrones, la información excepcional significa una interrupción, un evento sin precedentes. Los niños sobresalen naturalmente en esto, identificando a menudo diez veces más excepciones que el adulto promedio. Para aquellos que buscan mejorar su intuición, Fletcher sugiere experiencias inmersivas como viajar, que interrumpen las rutinas diarias y obligan al cerebro a percibir nuevos patrones. Alternativamente, interactuar con la literatura, particularmente obras de autores como Shakespeare, puede estimular esta capacidad. Los personajes de Shakespeare, como Hamlet, Cleopatra y Falstaff, desafían los arquetipos convencionales, forzando la mente del lector a abrazar lo inusual. Este compromiso, argumenta Fletcher, explica por qué figuras históricas como Nikola Tesla, Marie Curie y Vincent van Gogh, todos ávidos lectores de Shakespeare, fueron capaces de identificar excepciones innovadoras que remodelaron la tecnología, la física y el arte.

Otro elemento de la inteligencia primal es una forma robusta de optimismo, a menudo malinterpretada y frágil en su interpretación común. Los psicólogos con frecuencia abogan por el optimismo, sin embargo, su naturaleza elusiva sugiere un problema más profundo. Fletcher afirma que el verdadero optimismo no es la creencia de que “esto tendrá éxito”, lo que él etiqueta como “pensamiento mágico”, un concepto popularizado por los bestsellers de autoayuda. En cambio, el optimismo auténtico reside en la convicción de que “esto puede tener éxito”. La distinción es profunda: si uno cree que el éxito está garantizado y no se materializa, la confianza se hace añicos. Pero si uno cree que el éxito es meramente posible, los fracasos se convierten en oportunidades de aprendizaje, y un solo éxito pasado puede mantener la fe indefinidamente. Esta forma de optimismo “antifrágil”, como la describen los operadores especiales, no se construye visualizando triunfos futuros, sino recordando un logro pasado. Este recuerdo, basado en la realidad, proporciona una fuente duradera de resiliencia contra el pesimismo.

Además, el cerebro humano demuestra una inteligencia superior en condiciones volátiles donde la IA a menudo falla. Si bien las computadoras sobresalen en lógica y procesamiento de datos, su dependencia de los datos existentes limita su eficacia en situaciones novedosas y con escasez de datos. Los estudios de Fletcher sobre operadores especiales que operan en tales entornos revelan un mecanismo complementario de inteligencia, al que él denomina “cognición narrativa”, o simplemente, “pensar en historias”. Esta capacidad, evolucionada durante la Explosión Cámbrica cuando las formas de vida innovaban rápidamente, imbuye al cerebro de imaginación y sabiduría. Si bien podría ser una desventaja en contextos ricos en datos, pensar en historias permite a los humanos navegar y actuar inteligentemente en ecosistemas nebulosos y de rápido cambio donde la información confiable es escasa. Los operadores especiales, que sobresalen en la volatilidad, demuestran ser excepcionalmente hábiles en esta forma narrativa de cognición.

Este “pensar en historias” se extiende al ámbito del bienestar emocional y la inteligencia práctica. La creciente ansiedad y el enojo observados en los niños, sostiene Fletcher, no se deben principalmente a la tecnología o al exceso de mimos. En cambio, estas emociones son respuestas fisiológicas a amenazas, y la solución lógica basada en la escuela de eliminar las amenazas a menudo falla porque ignora el imperativo biológico de desarrollar mecanismos internos de afrontamiento. Los operadores especiales, que enfrentan activamente las amenazas sin sucumbir a la ansiedad, ilustran este principio. Sus cerebros están entrenados para imaginar soluciones a la velocidad de la vida a través de ejercicios de juego de roles. Fletcher argumenta que beneficios similares se pueden obtener de la educación en artes y humanidades —teatro, literatura e historia—, que alientan a los estudiantes a imaginarse en diversos roles y situaciones. Estas actividades, a diferencia del aprendizaje pasivo impulsado por la tecnología, ejercitan activamente los músculos imaginativos del cerebro, capacitando a los individuos para desarrollar planes y lidiar con las amenazas de forma independiente.

Finalmente, Fletcher desafía la formación de liderazgo convencional, que a menudo enfatiza la probabilidad —un enfoque cuantitativo basado en eventos pasados, similar a cómo opera la IA—. El verdadero liderazgo, argumenta, no depende de la probabilidad sino de la “posibilidad”. La posibilidad se refiere a un evento que nunca ha ocurrido pero que no viola las reglas fundamentales, representando un proceso mental fundamentalmente diferente. El ejemplo del avión lo ilustra perfectamente: en 1902, la probabilidad de vuelo era cero, sin embargo, los hermanos Wright, pensando en términos de posibilidad, reconocieron que no desafiaba la física. Esta capacidad de pensamiento original, empresa e iniciativa, central para el espíritu empresarial y el liderazgo, no se fomenta mediante el análisis estadístico, sino mediante el compromiso de la imaginación práctica del cerebro. Así como los hermanos Wright encontraron inspiración en novelas creativas, Fletcher sugiere que leer historias ambientadas en un futuro cercano o en culturas desconocidas puede estimular la corteza premotora del cerebro, expandiendo el sentido de posibilidad de uno y elevando las capacidades de liderazgo.