Veganos de IA: ¿Por qué la gente se abstiene de la Inteligencia Artificial?

Theguardian

A medida que la inteligencia artificial se integra cada vez más en la vida diaria, una creciente ola de preocupación está impulsando un examen crítico de sus impactos a largo plazo. Este escrutinio se extiende más allá de la utilidad inmediata para abarcar implicaciones sociales, ambientales y cognitivas más amplias.

La naturaleza omnipresente de la IA plantea preguntas similares a los cambios tecnológicos pasados. Así como la adopción generalizada de teclados ha alterado la habilidad de escritura a mano y potencialmente los patrones de aprendizaje cognitivo, la integración más profunda de la IA suscita nuevas preguntas sobre sus efectos en la cognición humana. Si bien defensores como Mark Zuckerberg sugieren que las gafas inteligentes impulsadas por IA podrían ofrecer una “ventaja cognitiva significativa”, existen argumentos en contra, con estudios que indican que una dependencia excesiva de herramientas de IA generativa como ChatGPT podría impedir las habilidades de pensamiento crítico.

Más allá de los cambios cognitivos, la rápida expansión de la IA conlleva un “daño colateral” sustancial. Una preocupación principal es su inmensa huella ambiental. Entrenar y operar modelos sofisticados de IA demanda vastas cantidades de energía, a menudo de fuentes intensivas en carbono, lo que lleva a emisiones significativas de gases de efecto invernadero. Este consumo de energía también se traduce en un considerable uso de agua, particularmente para enfriar los enormes centros de datos requeridos. Por ejemplo, generar una imagen simple a través de un modelo de IA puede consumir energía equivalente a una botella de agua y diez veces más energía que una búsqueda estándar en Google. Éticamente, el desarrollo de la IA a menudo se basa en la explotación de la mano de obra humana, particularmente la de creativos mal pagados cuyo trabajo se utiliza para entrenar estos sistemas sin una compensación o consentimiento adecuados.

En respuesta a estas crecientes preocupaciones, está surgiendo un nuevo movimiento: el “veganismo de IA”. Este término describe a las personas que eligen conscientemente abstenerse de usar inteligencia artificial, citando razones ambientales, éticas y de bienestar personal. Si bien la frase en sí misma puede parecer novedosa, encapsula una decisión deliberada de desvincularse de la tecnología percibida como dañina, trazando paralelismos con las motivaciones del veganismo tradicional para el consumo ético.

Queda por ver si el “veganismo de IA” logrará una adopción generalizada. Sin embargo, al igual que su contraparte dietética, es probable que los practicantes defiendan sus elecciones. Si bien una abstinencia digital masiva podría ser poco realista, el movimiento subraya un principio valioso: la necesidad de una mayor conciencia con respecto a nuestro consumo de IA y su impacto planetario. Alentar a los usuarios a considerar el “recuento de calorías digitales” —el costo de los recursos— de cada interacción con la IA podría fomentar un enfoque más responsable del uso de la tecnología.

En última instancia, el surgimiento de los “veganos de IA” sirve como un potente recordatorio de que el avance tecnológico, si bien ofrece comodidad, no está exento de costos significativos. Impulsa una conversación social necesaria sobre el desarrollo y consumo responsables de la IA, instando a un cambio hacia prácticas más sostenibles y éticas.