Trump amenaza con arancel del 100% a chips, con excepción para producción en EE. UU.
Donald Trump ha señalado una vez más su intención de remodelar fundamentalmente la cadena de suministro global de tecnología, anunciando un arancel de importación del 100 por ciento sobre los chips de computadora y semiconductores. La medida, revelada en la primera semana de su presidencia, tiene como objetivo obligar a la fabricación de silicio a regresar a territorio estadounidense al hacer que los procesadores producidos en el extranjero sean prohibitivamente caros. Sin embargo, esta postura agresiva viene acompañada de una exención significativa y potencialmente de gran alcance: las empresas que ya se hayan comprometido o estén activamente involucradas en la construcción de instalaciones de fabricación dentro de los Estados Unidos estarán completamente exentas de los nuevos impuestos de importación.
Esta importante excepción fue destacada durante una conferencia de prensa en vivo donde el CEO de Apple, Tim Cook, dio a conocer un nuevo plan de fabricación de 100 mil millones de dólares en EE. UU. Trump declaró explícitamente que el compromiso de Apple significaba que no enfrentaría “ningún cargo” de los próximos aranceles. Él elaboró sobre la política, confirmando que incluso una promesa de invertir en la fabricación estadounidense podría ser suficiente para evitar el gravamen. “Si estás construyendo en los Estados Unidos de América, no hay cargo, aunque estés construyendo y aún no produciendo”, afirmó, añadiendo: “Si has hecho un compromiso para construir o estás en proceso de construcción, como muchos lo están, no hay arancel, ¿de acuerdo?” También advirtió que cualquier empresa que no cumpla con dicho compromiso enfrentaría aranceles retroactivos, con los cargos acumulados a pagar en una fecha posterior.
La naturaleza amplia de esta exención plantea inmediatamente preguntas sobre qué empresas se verían realmente afectadas por un arancel de este tipo. Muchos de los principales fabricantes de chips del mundo ya tienen inversiones sustanciales o compromisos con la fabricación en EE. UU. Por ejemplo, Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), una fuerza dominante en la producción avanzada de chips y un objetivo frecuente de las críticas anteriores de Trump, anunció una inversión de 100 mil millones de dólares en EE. UU. el pasado marzo. Esta tendencia preexistente de inversión extranjera en instalaciones de fabricación en EE. UU. podría significar que el arancel propuesto, a pesar de su dramática tasa del 100 por ciento, podría aplicarse a muy pocos actores importantes de la industria.
Mayor ambigüedad rodea si el arancel apuntaría a los fabricantes de chips reales, como TSMC, o a las empresas de tecnología que diseñan chips pero dependen de fundiciones externas para la producción, como Apple. Aunque Apple diseña sus propios procesadores, no los fabrica. Esta distinción es crucial para comprender el alcance y el impacto potencial de la política.
Además, esta no es la primera vez que Trump amenaza con aranceles sobre los semiconductores. Propuestas similares en enero y febrero fueron finalmente excluidas de implementaciones arancelarias más amplias en abril, lo que sugiere un precedente de que tales amenazas no siempre se materializan en políticas concretas. El cronograma para los posibles nuevos aranceles sobre chips sigue sin especificarse, aunque los nuevos aranceles recíprocos generales de Trump sobre docenas de países están programados para entrar en vigor inminentemente.
La realidad económica de la producción nacional de chips también añade otra capa a la discusión. La CEO de AMD, Lisa Su, reveló en julio que los chips fabricados por TSMC en EE. UU. podrían costar entre un 5 y un 20 por ciento más que sus contrapartes en el extranjero. Esta diferencia de costos destaca los desafíos económicos asociados con el retorno de la fabricación avanzada, incluso con incentivos o desincentivos gubernamentales como los aranceles. En última instancia, el impacto preciso e incluso la implementación eventual de esta última amenaza arancelaria siguen siendo inciertos, proyectando una sombra de ambigüedad estratégica sobre la industria global de semiconductores.