Trump revierte veto a chip H20: Nvidia vende a China por ingresos compartidos
El sector tecnológico se enfrenta al inesperado nuevo acuerdo del presidente Trump con Nvidia, un pacto que marca un cambio significativo en la política de EE. UU. hacia China. A principios de esta semana, el Presidente anunció que permitiría a Nvidia seguir vendiendo sus chips H20 a China, aunque a cambio de una participación del 15 por ciento de los ingresos. Dirigiéndose a la prensa el lunes, Trump caracterizó el H20 como “obsoleto”, añadiendo: “Sabes, es una de esas cosas, pero todavía tiene mercado. Así que negociamos un pequeño trato”.
Este acuerdo inusual, y que algunos podrían considerar legalmente cuestionable, representa un sorprendente giro para la administración Trump, que previamente había prohibido todas las ventas de H20 a China a principios de este año. Los informes indican que el cambio de opinión del Presidente se produjo tras una reunión con el CEO de Nvidia, Jensen Huang, quien ha argumentado consistentemente que permitir a las empresas chinas adquirir H20 no representa una amenaza para la seguridad nacional de EE. UU.
Si bien superficialmente parece un caso sencillo de un ejecutivo poderoso influyendo en la política a favor de su empresa, la narrativa subyacente es mucho más intrincada, revelando una compleja saga de pensamiento estratégico y prioridades cambiantes. La propia Nvidia introdujo el H20 el año pasado como una alternativa menos potente después de que el gobierno de EE. UU., bajo la administración Biden, prohibiera la venta de su chip H800 más avanzado a China. Esta prohibición inicial fue parte de una iniciativa más amplia y ambiciosa liderada por funcionarios de la administración Biden, quienes creían que era fundamental para Estados Unidos evitar que China lograra una ventaja en el desarrollo de inteligencia artificial avanzada.
Las recientes ideas de Graham Webster, investigador de la Universidad de Stanford, arrojan luz sobre los orígenes de la decisión del equipo de Biden de restringir el acceso de China a los semiconductores avanzados. Su extensa investigación, basada en entrevistas con más de diez exfuncionarios y expertos en políticas de EE. UU. —algunos hablando de forma anónima— revela que las justificaciones legales oficiales para los controles, a menudo citando preocupaciones militares y de derechos humanos, no capturaban completamente la lógica estratégica. Según Webster, una motivación central fue la creencia entre varios funcionarios clave de la Casa Blanca y el Departamento de Comercio de Biden de que la IA se acercaba a un punto crucial, o varios de ellos, que podrían conferir ventajas militares y económicas sustanciales a una nación. Algunos incluso anticiparon la llegada inminente de sistemas auto-mejorables, o la llamada inteligencia artificial general, haciendo que el riesgo de que China alcanzara estos umbrales primero fuera demasiado significativo para ignorarlo.
En consecuencia, en el otoño de 2022, la administración Biden desveló amplios controles de exportación diseñados para evitar que China adquiriera los chips más sofisticados necesarios para entrenar potentes sistemas de IA. Estas medidas también se dirigieron a equipos especializados esenciales para que Beijing modernizara su industria nacional de fabricación de chips. Esto marcó el comienzo de un esfuerzo de varios años que, como señala Webster, estaba a punto de “remodelar las relaciones entre las dos potencias más grandes del mundo y alterar el curso de lo que puede ser una de las tecnologías más trascendentales en generaciones”.
Un aspecto notable de la trayectoria de esta política es cómo muchas personas involucradas en la elaboración de las políticas de control de exportaciones de Biden han pasado desde entonces a roles influyentes en los ámbitos de la IA, la informática y la seguridad nacional. Por ejemplo, Jason Matheny, quien anteriormente dirigió la política tecnológica y de seguridad nacional de la Casa Blanca, ahora se desempeña como presidente y CEO de RAND, un destacado grupo de expertos que asesora frecuentemente a clientes gubernamentales. De manera similar, Tarun Chhabra, quien contribuyó al Consejo de Seguridad Nacional, ahora dirige la política de seguridad nacional en Anthropic, una empresa líder en IA.
Estas progresiones profesionales ayudan a contextualizar los diversos puntos de vista que actualmente configuran el debate sobre los chips H20 de Nvidia. En enero, el CEO de Anthropic, Dario Amodei, abogó públicamente por la prohibición de las ventas de H20 a China. Argumentó que “los controles de exportación bien aplicados son lo único que puede evitar que China obtenga millones de chips”, y son, por lo tanto, “el determinante más importante” de si EE. UU. y sus aliados mantendrán una posición de liderazgo global en el futuro. Curiosamente, la publicación de Amodei citó una investigación sobre semiconductores publicada por RAND. Altos funcionarios de la primera administración Trump, como el exasesor adjunto de seguridad nacional Matt Pottinger, han articulado puntos de vista consistentes con los de Amodei.
Por el contrario, figuras como David Sacks, designado como el zar de IA y cripto de Trump, han sostenido que los controles de exportación “excesivamente restrictivos” corren el riesgo de permitir que las empresas chinas expandan su cuota de mercado global. Por el momento, el argumento de Sacks parece haber influido en la administración actual. Sin embargo, sigue siendo incierto cuál de estas perspectivas en competencia resultará finalmente más persuasiva para el presidente Trump a largo plazo, dejando el futuro de las exportaciones tecnológicas de EE. UU. a China en un estado de flujo.