EE. UU. exige 15% de ingresos de IA de NVIDIA y AMD en China
En un movimiento sin precedentes que reconfigura el panorama del comercio tecnológico global, los gigantes de los chips NVIDIA y AMD habrían acordado entregar el 15% de sus ingresos por chips de inteligencia artificial (IA) desde China directamente al gobierno de EE. UU. Este acuerdo extraordinario sirve como requisito previo para obtener licencias de exportación, permitiendo a las empresas reanudar las ventas de sus aceleradores de IA avanzados, como los chips H20 de NVIDIA y MI308 de AMD, al lucrativo mercado chino.
El acuerdo marca una desviación significativa de las políticas tradicionales de control de exportaciones de EE. UU., que históricamente se han centrado en preocupaciones de seguridad nacional más que en una remuneración financiera directa al gobierno. Si bien la seguridad nacional sigue siendo una motivación declarada, con Washington buscando mantener su soberanía en IA restringiendo el acceso de China a hardware de vanguardia, la inclusión de una cláusula de reparto de ingresos introduce una nueva dimensión de motivación financiera. Este mecanismo, según se informa, es parte de la estrategia más amplia del presidente Donald Trump para asegurar beneficios económicos tangibles a cambio de concesiones comerciales.
El acuerdo reportado llega después de un período de restricciones crecientes. La administración Trump había, en abril de 2025, detenido las ventas de chips clave de IA a China, incluidos el H20 y el MI308, citando riesgos de seguridad. Esto siguió a medidas enérgicas anteriores de la administración Biden, que comenzaron en 2022 y vieron a NVIDIA desarrollando chips de menor rendimiento como el H20 específicamente para cumplir con las reglas de exportación. La reciente reversión de la prohibición, supeditada al reparto de ingresos, ha sido recibida con una mezcla de alivio por parte de las empresas y escepticismo por parte de los expertos.
NVIDIA y AMD han navegado en un entorno desafiante debido a estas políticas fluctuantes. AMD registró un cargo de 800 millones de dólares en el segundo trimestre relacionado con las restricciones sobre sus ventas de chips de IA a China, mientras que NVIDIA anticipó un impacto de 8 mil millones de dólares por las limitaciones de exportación. El nuevo acuerdo, si bien impone un costo directo, reabre el acceso a un mercado crítico. Solo los ingresos de NVIDIA en China alcanzaron aproximadamente los 17 mil millones de dólares en el último año fiscal, con AMD aportando alrededor de 6.2 mil millones de dólares. El gravamen del 15% significa que miles de millones podrían fluir al Tesoro de EE. UU., con estimaciones que sugieren que la parte de NVIDIA podría ser de hasta 2.25 mil millones de dólares anualmente.
Sin embargo, la naturaleza sin precedentes de este “impuesto a la exportación” ha generado fuertes críticas. Expertos legales y exfuncionarios gubernamentales han expresado preocupaciones sobre su constitucionalidad, sugiriendo que podría violar las prohibiciones sobre impuestos a las exportaciones. Peter Harrell, ex director senior de economía internacional de la Casa Blanca, describió la política como “con problemas de política” y “potencialmente inconstitucional”. Christopher Padilla, ex alto funcionario de control de exportaciones, se hizo eco de estos temores, calificando el acuerdo de “sin precedentes y peligroso”.
Para las empresas, si bien el acuerdo ofrece un salvavidas para reanudar las ventas, también introduce una nueva capa de riesgo político y un golpe directo a los márgenes de beneficio. NVIDIA ha declarado que “sigue las reglas que el gobierno de EE. UU. establece para nuestra participación en los mercados mundiales” y espera que los controles de exportación aún permitan a Estados Unidos competir globalmente. AMD ha confirmado que sus solicitudes de licencia para exportaciones a China han sido aprobadas.
Más allá de las implicaciones financieras inmediatas, este acuerdo señala un cambio profundo en la rivalidad tecnológica en curso entre EE. UU. y China. Transforma la geopolítica en un motor directo de las ganancias corporativas y el liderazgo del mercado, creando un modelo de cómo los gobiernos podrían monetizar sectores tecnológicos estratégicos. Si bien EE. UU. busca asegurar su dominio en IA, esta política también podría debilitar inadvertidamente sus argumentos para las restricciones de exportación y complicar los esfuerzos para alinearse con los aliados en el control tecnológico. Mientras tanto, China continúa acelerando su producción nacional de chips, con fabricantes como Huawei aumentando constantemente su cuota de mercado, reduciendo potencialmente la ventana de ingresos a largo plazo para las empresas estadounidenses. El acuerdo compra tiempo, pero ciertamente no certeza, en un panorama tecnológico global en rápida evolución.