IA de Big Tech: El Nuevo Poder que Rediseña la Red Eléctrica de EE. UU.

Nytimes

La reunión anual de reguladores de servicios públicos estatales, típicamente un evento sobrio dominado por discusiones técnicas y minucias de la industria, experimentó un cambio inesperado en su carácter el pasado noviembre. Celebrado en un Marriott en Anaheim, California, el evento contó con el patrocinio destacado de las compañías tecnológicas más grandes de la nación: Amazon, Microsoft y Google. Sus ejecutivos eran visibles en las mesas redondas, sus marcas adornaban los stands de productos y sus logotipos incluso estaban estampados en los cordones de los asistentes, lo que señalaba un cambio profundo en el panorama energético.

Hace apenas unos años, los gigantes tecnológicos eran considerados actores menores en el sector energético, principalmente realizando inversiones estratégicas en granjas solares y eólicas para abordar su creciente huella de carbono y responder a las preocupaciones de los clientes sobre el cambio climático. Hoy, sin embargo, han emergido como fuerzas formidables, remodelando fundamentalmente la industria energética de EE. UU. y difuminando las líneas tradicionales entre consumidores y productores de energía. Sus operaciones e inversiones a menudo empequeñecen ahora las de muchas empresas de servicios públicos de larga trayectoria.

A través de subsidiarias de reciente creación, estas empresas tecnológicas están invirtiendo activamente en la generación de energía y la venta de electricidad. Gran parte de esta energía generada es luego adquirida por las empresas de servicios públicos tradicionales, que la distribuyen a hogares y negocios, incluidos los mismos centros de datos que consumen tanto. Este giro dramático se debe principalmente a la expansión implacable de la inteligencia artificial, que demanda cantidades sin precedentes de electricidad para entrenar y operar sus complejos sistemas.

Esta demanda insaciable impulsa un aumento explosivo en el consumo de energía por parte de los vastos centros de datos que ahora salpican el paisaje estadounidense, desde Virginia hasta Ohio y más allá. Solo en 2023, estos grandes edificios rectangulares, repletos de servidores, representaron más del 4 por ciento del uso total de electricidad de la nación. Los analistas gubernamentales proyectan que esta cifra podría dispararse hasta un 12 por ciento en solo tres años. La razón de esta demanda creciente es clara: los cálculos impulsados por la IA son significativamente más intensivos en energía que actividades como la transmisión de video o la navegación en redes sociales.

Para los líderes tecnológicos, el acceso a energía confiable y abundante se ha convertido en un cuello de botella crítico para el crecimiento. Andy Jassy, CEO de Amazon, reveló recientemente a los inversores que las ventas de la compañía podrían haber sido aún mayores si hubiera poseído más capacidad de centros de datos, afirmando inequívocamente: “La mayor restricción es la energía”. Las crecientes demandas de la inteligencia artificial no solo están aumentando el consumo de electricidad; están reordenando fundamentalmente la red eléctrica de EE. UU., colocando a Big Tech en su epicentro.