El Impacto Económico del Gasto en IA: Un Panorama Complejo

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Los gigantes tecnológicos líderes del mundo están invirtiendo sumas sin precedentes en inteligencia artificial, lo que ha desatado un ferviente debate entre los economistas sobre el verdadero impacto de este gasto desmedido en la economía global. Microsoft, Amazon, Meta Platforms y Alphabet, a menudo denominados “hyperscalers” por su vasta infraestructura en la nube, proyectan colectivamente invertir la asombrosa cifra de 340 mil millones de dólares solo este año en la construcción de centros de datos de IA y el desarrollo de nuevos productos. Mirando más allá, un informe reciente de McKinsey estimó que satisfacer la creciente demanda de IA podría requerir un desembolso colectivo colosal de 7 billones de dólares en los próximos cinco años.

A pesar de estas cifras asombrosas, una visión consensuada sobre el efecto dominó económico de la IA sigue siendo difícil de alcanzar. Algunos análisis sugieren que el gasto de capital relacionado con la IA impulsó significativamente el crecimiento económico en el segundo trimestre, lo que podría representar casi la mitad de la expansión del Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos. Los defensores de esta opinión, como David Laidlaw, gestor de cartera en Carnegie Investment Counsel, argumentan que las ganancias de productividad desbloqueadas por la IA podrían superar con creces los desembolsos de capital iniciales. Él postula que el estímulo económico generado por la construcción masiva de centros de datos de IA representa una tendencia secular destinada a impulsar la economía estadounidense durante varios años más.

Los datos del informe del PIB del segundo trimestre de la Oficina de Análisis Económico parecen respaldar esta perspectiva. El economista Paul Kedrosky señaló que Amazon, Microsoft, Alphabet y Meta Platforms gastaron colectivamente aproximadamente 69 mil millones de dólares en los tres meses que terminaron en junio. Esta cifra anualizada de 276 mil millones de dólares representa aproximadamente la mitad del gasto total en equipos de TI domésticos. Kedrosky estima que solo el gasto de capital en IA contribuyó con aproximadamente 1.3 puntos porcentuales al estimado anticipado del 3% para el crecimiento del PIB del segundo trimestre, una participación mayor que en el primer trimestre. En su evaluación, esta inversión sustentó efectivamente una porción sustancial del avance económico del trimestre.

Sin embargo, no todos los expertos comparten un optimismo tan desmedido. Samuel Tombs, economista jefe de EE. UU. en Pantheon Macroeconomics, introduce una salvedad crucial, sugiriendo que sacar conclusiones definitivas del aumento en la inversión en TI se complica por factores económicos más amplios, incluidas las políticas comerciales pasadas. Él cuestiona cuánto del reciente salto en la inversión se debe puramente al desarrollo de infraestructura de IA frente a un aumento único vinculado a empresas que acumulan bienes relacionados con la tecnología para adelantarse a posibles aranceles.

Callie Cox, estratega jefe de mercado en Ritholtz Wealth Management, también insta a la cautela. Si bien reconoce que el gasto en IA en la primera mitad del año aumentó en 152 mil millones de dólares, más del doble del aumento de 77 mil millones de dólares en el gasto del consumidor durante el mismo período, destaca un contexto crítico. Cox señala que, si bien la inversión en IA está en auge, el gasto del consumidor, un componente tradicionalmente dominante de la economía estadounidense, parece estar estancándose. “El gasto de capital en IA está en auge, ¿pero puede sostener la economía? No estoy tan segura”, afirmó Cox, enfatizando que una economía estadounidense próspera es poco probable sin un sector de consumo robusto.

Sumando al escepticismo, Peter Berezin, estratega global jefe de BCA Research, argumenta que gran parte del beneficio económico de la inversión en IA puede no permanecer dentro de las fronteras de EE. UU. Señala que, si bien el gasto combinado de los cuatro gigantes tecnológicos durante el último año equivale aproximadamente al 1% del PIB doméstico, una parte significativa de este gasto de capital se destina a componentes como los chips Nvidia y otros equipos tecnológicos, gran parte de los cuales se fabrican en el extranjero. Berezin reconoce la posibilidad de reubicar parte de esta producción, pero advierte que tal cambio llevaría un tiempo considerable. Además, observa una tendencia a la baja en el gasto de construcción nacional para la fabricación relacionada con la tecnología y los centros de datos, junto con mínimos casi récord en el empleo dentro de la fabricación de computadoras y sectores relacionados.

El escepticismo de Berezin se hace eco de la famosa “paradoja de Solow”, acuñada por el economista y premio Nobel Robert Solow en 1987. Solow comentó célebremente: “Se puede ver la era de la computación en todas partes excepto en las estadísticas de productividad”, destacando que las inversiones masivas en tecnología de la información no se tradujeron inmediatamente en mejoras medibles en la eficiencia de los trabajadores. Este precedente histórico plantea una pregunta fundamental: ¿será diferente la ola actual de inversión en IA, o su profundo impacto en la productividad y el crecimiento económico solo se hará evidente mucho más adelante?