Altman: La IA beneficia a recién graduados, no hay que temer
Sam Altman, CEO de OpenAI, ha ofrecido una perspectiva sorprendentemente optimista, aunque controvertida, sobre el impacto de la inteligencia artificial en la fuerza laboral global, afirmando que los actuales graduados universitarios son, de hecho, los “más afortunados de la historia”. Su punto de vista contrasta fuertemente con las ansiedades generalizadas sobre el desplazamiento de empleos impulsado por la IA, ya que Altman sugiere que las preocupaciones están mal dirigidas hacia el segmento equivocado del mercado laboral. En lugar de temer por la adaptabilidad de los jóvenes, expresa una mayor aprehensión por los trabajadores mayores que podrían resistirse al imperativo de recapacitarse y readaptarse.
La confianza de Altman en la clase que se gradúa proviene de su adaptabilidad innata a los cambios tecnológicos, una característica que, según él, los posiciona de manera única para prosperar en la era de la IA. Postula que las potentes herramientas de IA, como el próximo GPT-5, democratizarán la innovación en un grado sin precedentes, permitiendo a los individuos lanzar “startups unipersonales de mil millones de dólares” que antes exigían vastos equipos y capital. Este futuro, sugiere, empoderará a los emprendedores para diseñar, comercializar y escalar negocios con recursos humanos mínimos, acelerando el viaje de la idea al producto funcional a la velocidad del rayo.
Aunque pinta un panorama optimista para la juventud adaptable, Altman no elude la realidad de la pérdida de empleos. Concede que “algunas clases de trabajos desaparecerán por completo”, identificando específicamente los roles de servicio al cliente como candidatos principales para la automatización total debido a la velocidad y eficiencia superiores de la IA. Además, predice que casi la mitad de todos los trabajos de cuello blanco de nivel inicial podrían ser reemplazados por la IA en los próximos cinco años. Sin embargo, enmarca este desplazamiento como un proceso cíclico inherente a las revoluciones tecnológicas, uno que las generaciones más jóvenes están inherentemente mejor equipadas para navegar.
Mirando más allá de los roles tradicionales, Altman vislumbra la aparición de “trabajos completamente nuevos, emocionantes, súper bien pagados y súper interesantes” que actualmente parecen inimaginables. Especula que los graduados para 2035 podrían pasar directamente de la universidad a carreras que combinen el desarrollo de IA con misiones interplanetarias, trabajando en naves espaciales o exploración planetaria. Estos roles “más abstractos” aprovecharán cada vez más atributos exclusivamente humanos como la creatividad, la empatía y la capacidad de gestionar sistemas sofisticados de IA. El éxito en este panorama en evolución, enfatiza Altman, dependerá del aprendizaje continuo y de un dominio proactivo de las herramientas impulsadas por la IA.
A pesar del marcado optimismo de Altman, no todos los líderes de la industria comparten su visión optimista. Algunos, como el CEO de Anthropic, Dario Amodei, han expresado preocupaciones sobre el potencial de una disrupción generalizada, advirtiendo que los responsables políticos podrían no estar adecuadamente preparados para el impacto social. Los críticos también señalan casos en los que las empresas que intentaron reemplazar a trabajadores humanos con IA enfrentaron reacciones negativas debido a problemas de confiabilidad, e incluso algunas revirtieron sus planes de automatización. Además, datos recientes de Goldman Sachs indican un debilitamiento del mercado laboral para los recién graduados universitarios, junto con un aumento de los despidos atribuidos a la IA y los avances tecnológicos, lo que sugiere que la transición podría no ser tan fluida como Altman la concibe para todos.
En última instancia, la visión de Altman subraya un profundo cambio de paradigma en la naturaleza del trabajo. Si bien reconoce la fuerza disruptiva de la IA en las estructuras laborales existentes, defiende las oportunidades transformadoras que presenta, particularmente para aquellos que ingresan a la fuerza laboral con una mentalidad ágil. La clave, sugiere, no radica en resistir la marea de la automatización, sino en abrazar la IA como un colaborador poderoso, fomentando la adaptabilidad y cultivando las habilidades necesarias para prosperar en un mundo cada vez más inteligente.