Gigantes tech privados: El éxito sin OPI de OpenAI y SpaceX perjudica a jóvenes inversores

Businessinsider

El panorama financiero está experimentando una profunda transformación, dejando a muchos inversores individuales, especialmente a la Generación Z, ávida y conocedora de lo digital, sintiéndose excluidos de las oportunidades de crecimiento más atractivas. Empresas como OpenAI y SpaceX, que alguna vez fueron startups especulativas, son ahora empresas colosales que alcanzan valoraciones asombrosas sin abrir sus puertas a las bolsas de valores públicas. Este cambio está creando un dilema único, ya que el potencial de generación de riqueza de estos gigantes tecnológicos transformadores permanece en gran medida confinado a un círculo exclusivo de inversores institucionales y de alto patrimonio neto.

La decisión de las empresas de permanecer en manos privadas por más tiempo se debe a varios factores convincentes. Históricamente, salir a bolsa era la principal vía para que las empresas recaudaran capital significativo y proporcionaran liquidez a los primeros inversores y empleados. Sin embargo, los mercados privados han evolucionado drásticamente, con firmas de capital de riesgo y capital privado que ahora manejan inmensas reservas de fondos. SpaceX, por ejemplo, ha visto su valoración dispararse a más de $210 mil millones a mediados de 2025, y algunos informes indican que podría alcanzar los $400 mil millones, todo a través de ventas internas de acciones y ofertas públicas de adquisición. De manera similar, OpenAI, la fuerza detrás de ChatGPT, fue valorada en $300 mil millones en abril de 2025 después de una ronda de financiación sustancial, y ya está en conversaciones que podrían elevar su valoración a $500 mil millones, convirtiéndola potencialmente en la empresa tecnológica privada más valiosa del mundo. Este sólido entorno de financiación privada anula gran parte del incentivo tradicional para una Oferta Pública Inicial (OPI).

Más allá del acceso al capital, permanecer en el ámbito privado ofrece a las empresas un control y una flexibilidad sin igual. Los fundadores pueden perseguir visiones estratégicas a largo plazo sin la presión constante de los objetivos de ganancias trimestrales o las demandas de los accionistas públicos. La carga regulatoria y los costos asociados de ser una empresa que cotiza en bolsa, incluidas las extensas tarifas legales y contables, también son disuasorios significativos, particularmente para las empresas más jóvenes que pueden carecer de los recursos internos para navegar por tales complejidades. Además, mantener el estatus privado permite a estas firmas mantener la confidencialidad de los detalles comerciales patentados, preservando una ventaja competitiva crucial en sectores de rápido movimiento como la IA y la tecnología espacial.

Esta trayectoria de crecimiento privado prolongado, si bien es beneficiosa para las empresas y sus partes interesadas existentes, plantea un desafío sustancial para los inversores minoristas comunes. Generaciones como la Gen Z, que están cada vez más involucradas en la inversión y a menudo son escépticas sobre los rendimientos tradicionales de acciones y bonos, se encuentran al margen mientras gran parte del crecimiento inicial y explosivo ocurre en mercados privados inaccesibles. Se están perdiendo la creación de riqueza transformadora que definió los auges tecnológicos anteriores, lo que podría exacerbar las disparidades de riqueza a medida que las oportunidades se concentran entre los ya afluentes.

Si bien la inversión directa en estos gigantes privados sigue siendo en gran medida inalcanzable, nuevas vías están surgiendo lentamente para que los inversores minoristas obtengan exposición, aunque con riesgos inherentes. Las plataformas reguladas de crowdfunding permiten contribuciones más pequeñas a startups en etapa temprana, y algunas firmas están lanzando fondos de capital privado o de capital de riesgo diseñados específicamente para la participación minorista, a menudo con requisitos de inversión mínima más bajos. Los Fondos Cotizados en Bolsa (ETFs) centrados en capital privado también pueden ofrecer exposición diversificada, y las Sociedades de Adquisición con Propósito Especial (SPACs), aunque volátiles, han proporcionado una ruta para que las empresas privadas finalmente salgan a bolsa. Las plataformas digitales también están desempeñando un papel en la facilitación del acceso a estos mercados previamente exclusivos.

Sin embargo, estas vías alternativas vienen con considerables advertencias. Las inversiones en mercados privados son inherentemente ilíquidas, lo que significa que los inversores pueden no ser capaces de vender sus participaciones rápidamente. Las valoraciones pueden ser subjetivas y opacas, y los inversores minoristas a menudo se enfrentan a una asimetría de información en comparación con los actores institucionales. Los riesgos son tangibles, con empresas respaldadas por capital privado mostrando una mayor propensión a la bancarrota. A pesar de un reciente repunte en la actividad de OPI en 2024 y el optimismo para 2025, particularmente de empresas tecnológicas respaldadas por capital de riesgo, la tendencia de las firmas de alto crecimiento que maduran en privado parece firmemente arraigada. A medida que la línea entre los mercados privados y públicos se difumina, los inversores individuales deben navegar por un panorama complejo para asegurarse de no perderse la innovación que está dando forma a la economía del mañana.