Universidades de Alabama: IA en el Aula y Políticas Claras

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En todo Alabama, las instituciones de educación superior están lidiando activamente con el impacto transformador de la inteligencia artificial generativa en la integridad académica y las prácticas pedagógicas. Calhoun Community College y Athens State University, por ejemplo, se encuentran entre las que trabajan diligentemente para refinar sus políticas con respecto al uso de la IA entre los estudiantes, a medida que estos modelos avanzados continúan evolucionando y ganando atención generalizada.

El desafío radica en definir los límites precisos de la deshonestidad académica en una era en la que las herramientas de IA pueden producir materiales escritos sofisticados y código complejo. Si bien la mayoría de las universidades identifican fácilmente restricciones claras, la línea a menudo sigue siendo borrosa. En Calhoun Community College, las pautas actuales clasifican el uso de la IA en tres áreas distintas: restringido, limitado e integrado. Por ejemplo, el código de conducta de la universidad prohíbe explícitamente el uso de la IA para generar tareas escritas automatizadas. Sin embargo, otros departamentos, como Sistemas de Información Informática (CIS), fomentan activamente la integración de la IA, lo que refleja un enfoque matizado de la tecnología.

Jeremy Blevins, presidente del departamento de CIS de Calhoun, destaca una perspectiva divergente dentro del panorama académico. Mientras que algunos departamentos se centran principalmente en prevenir el plagio impulsado por la IA, CIS prioriza la preparación de los estudiantes para una fuerza laboral donde el aprovechamiento de la IA será esencial. Dado el floreciente sector de la ciberseguridad en el norte de Alabama, el departamento tiene como objetivo equipar a los estudiantes con experiencia tecnológica relevante al mismo tiempo que inculca sólidas pautas éticas para el uso de la IA. Blevins enfatiza la necesidad crítica de que las instituciones educativas alineen sus planes de estudio con las demandas de la industria, asegurando que los estudiantes adquieran habilidades directamente aplicables en lugar de solo conceptos teóricos amplios. Reconoce el desafío inherente de la academia para seguir el ritmo de la rápida evolución de la tecnología comercial, esforzándose por equilibrar la enseñanza de las tendencias actuales con la evitación de revisiones constantes del plan de estudios basadas en cada nuevo desarrollo de la IA.

En la aplicación práctica, las clases de CIS en Calhoun ya están integrando la IA de formas innovadoras. Un curso de seguridad de redes, por ejemplo, utiliza la IA para generar varios ejemplos de código, lo que permite a los estudiantes identificar vulnerabilidades y comprender el “código defectuoso” incluso si aún no dominan varios lenguajes de programación. Otra tarea implica que los estudiantes elaboren currículums y cartas de presentación para ofertas de empleo, y luego utilicen la IA para mejorar estos documentos. Este ejercicio les ayuda a comprender cómo los sistemas de seguimiento de solicitantes (ATS), que a menudo emplean filtrado asistido por IA, evalúan las presentaciones, enseñando a los estudiantes a optimizar sus solicitudes para los procesos de reclutamiento modernos. Más allá de las tareas formales, Blevins señala que los estudiantes pueden aprovechar éticamente la IA para el aprendizaje personal, como pedir a los modelos que expliquen conceptos complejos o creen cuestionarios de estudio.

Sin embargo, la integración de la IA viene con advertencias significativas. Blevins advierte a los estudiantes que no acepten sin crítica la información generada por la IA, invocando el principio de “basura entra, basura sale” (GIGO). Dado que los modelos de IA se entrenan con contenido producido por humanos, pueden perpetuar sesgos y errores. Además, los modelos de IA son propensos a “alucinar” o generar respuestas objetivamente incorrectas o ilógicas. Subraya la importancia de la verificación, aconsejando a los estudiantes que “confíen pero verifiquen” comprobando las fuentes, un sentimiento que atribuye a la famosa cita de Ronald Reagan.

Los instructores también se están adaptando. Blevins y sus colegas han aprendido a identificar los signos reveladores del trabajo generado por IA, particularmente en las tareas escritas. A menudo, la gramática es “demasiado buena”, el lenguaje excesivamente preciso o la terminología técnica va más allá de lo que un estudiante de colegio comunitario emplearía normalmente. De manera similar, las entregas que superan significativamente el nivel de habilidad demostrado por un estudiante a menudo se marcan como potencialmente asistidas por IA. Para abordar estos desafíos y profundizar la comprensión del uso ético de la IA, los instructores de Calhoun han participado en una capacitación especializada en el Centro Biggio de la Universidad de Auburn. El Sistema de Colegios Comunitarios de Alabama (ACCS) confirma que sus instituciones miembros están desarrollando políticas de IA adaptadas a sus poblaciones estudiantiles específicas y necesidades de la industria, con más sesiones de desarrollo profesional planificadas para apoyar al profesorado en la navegación de este panorama tecnológico en evolución.

Randy Sparkman, consultor independiente de IA, ofrece consejos prácticos para las escuelas que navegan por el desarrollo de políticas. Sugiere que las instituciones no necesitan empezar de cero, sino más bien adaptar las políticas de uso de computadoras existentes. También aboga por un enfoque colaborativo y comunitario, recomendando que las escuelas establezcan comités de profesores y personal interesados para determinar colectivamente pautas sensatas de IA. En última instancia, Sparkman subraya la importancia de cultivar la alfabetización en IA entre todos los interesados, desde educadores hasta estudiantes, para garantizar una integración responsable y efectiva de esta poderosa tecnología.