EE. UU. busca participación en Intel; Tesoro: Sin injerencia comercial
El gobierno de Estados Unidos está explorando activamente la adquisición de una participación accionaria en Intel, una medida confirmada el martes por el Secretario del Tesoro, Scott Bessent, y el Secretario de Comercio, Howard Lutnick. Esta consideración extraordinaria subraya un cambio significativo en la política industrial de EE. UU., impulsado por imperativos de seguridad nacional y un renovado enfoque en la fabricación nacional de semiconductores. Sin embargo, el Secretario Bessent se apresuró a aclarar que dicha participación no se utilizaría para “promover negocios” para el fabricante de chips.
Las discusiones giran en torno a la conversión de una parte de las sustanciales subvenciones ya asignadas a Intel bajo la Ley CHIPS y de Ciencia bipartidista en capital. Aprobada en 2022, la Ley CHIPS destinó aproximadamente 52.700 millones de dólares para impulsar la investigación y fabricación nacional de semiconductores, con el objetivo de contrarrestar la creciente influencia de China y fortalecer la resiliencia de la cadena de suministro estadounidense. Intel está programada para recibir alrededor de 10.900 millones de dólares en estas subvenciones para producción comercial y militar. Si la conversión procede, podría resultar en que el gobierno de EE. UU. posea una participación estimada del 10% en Intel, convirtiéndolo potencialmente en el mayor accionista.
El Secretario del Tesoro, Bessent, enfatizó que el objetivo principal de tal inversión sería ayudar a estabilizar a Intel para la producción crítica de chips dentro de Estados Unidos. Destacó las implicaciones para la seguridad nacional de la actual dependencia de la fabricación extranjera de semiconductores, particularmente de Taiwán, describiéndola como un “punto único de falla” que EE. UU. debe abordar. Haciéndose eco de este sentimiento, el Secretario de Comercio Lutnick articuló que la administración Trump busca una “participación accionaria por nuestro dinero”, con el objetivo de asegurar un retorno para los contribuyentes estadounidenses sobre los fondos que fueron desembolsados previamente como subvenciones bajo la administración Biden. Ambos funcionarios enfatizaron que la participación del gobierno no tendría derecho a voto, asegurando que no conferiría derechos de gobernanza ni permitiría la interferencia en las operaciones comerciales de Intel.
Esta posible intervención se produce mientras Intel, que alguna vez fue una fuerza dominante, ha enfrentado desafíos considerables, registrando una pérdida anual de 18.800 millones de dólares en 2024 —la primera desde 1986— y quedando rezagada respecto a rivales como Nvidia y TSMC en tecnología de chips avanzada. A pesar de estas dificultades, Intel sigue siendo fundamental para las ambiciones de la Ley CHIPS, habiendo comprometido más de 100.000 millones de dólares en nuevas instalaciones de fabricación de chips en EE. UU., incluidos proyectos significativos en Ohio y Arizona. Desarrollos recientes, como un despido del 15% del personal en junio de 2025 y las llamadas del presidente Trump para la renuncia del CEO Lip-Bu Tan por presuntos vínculos con China, subrayan el tumultuoso período de la compañía.
La perspectiva de la propiedad directa del gobierno, aunque inusual, tiene precedentes históricos, como las inyecciones de capital del gobierno de EE. UU. en bancos y fabricantes de automóviles durante la crisis financiera de 2008. Esta medida propuesta ya ha tenido una resonancia positiva en los mercados, con las acciones de Intel subiendo hasta un 11% tras los informes. Coincidiendo con esta noticia, el Grupo SoftBank de Japón también anunció una inversión separada de 2.000 millones de dólares en el fabricante de chips, lo que indica una renovada confianza de los inversores en el futuro de Intel, particularmente con el respaldo federal. Esta acción colectiva destaca un creciente reconocimiento de los semiconductores como infraestructura nacional crítica, moviendo la participación gubernamental de meros subsidios a una asociación estratégica más directa en un intento de asegurar el futuro tecnológico de Estados Unidos.